—Venga, Amaia, vayamos a la sala del piano, a ver si ahí podemos ensayar —propuso Ana tras probar suerte en las otras salas para comprobar, con algo de decepción, que estaban todas ocupadas. Estaba empezando a pensar que tendrían que practicar su canción en el salón, sin ningún tipo de reproductor de música, lo que no le venía nada bien, pues todavía no controlaba a la perfección su parte de Todas las flores, necesitaba la base.
Amaia sabía que la sala del piano estaba ocupada. Hacía menos de diez minutos había ido a decirle algo a Miriam, que estaba machacando su canción en uno de los boxes, pero antes de volver a poner rumbo hacia la cocina para reunirse con Ana había dirigido disimuladamente —o eso había pretendido— la vista hacia la puerta de cristal que daba a la sala del piano: ahí estaban Alfred y Raoul ensayando su canción para la segunda gala, ajenos a lo que tenía lugar más allá de la puerta. Ignoraba por qué lo había hecho; simplemente le había salido de dentro, como un instinto. Había sonreído al verlos tan concentrados y se había ido.
Aun así, pese a saber que irían en vano porque los chicos ya estaban allí, Amaia no trató de disuadir a su amiga. De hecho, fingió que desconocía si la sala estaba ocupada o no.
—Vale, vamos a probar —dijo aparentando naturalidad y empezando a caminar antes que Ana.
Entonces se dio cuenta de que quería ir con ellos. No era la primera vez que se paseaban de un lado a otro en la academia para unirse a sus compañeros mientras ensayaban; ya durante la primera semana habían pasado tiempo aquí y allá apreciando el talento de los otros concursantes, escuchándoles repasar sus canciones y dándoles consejo cuando lo necesitaban. Ahora, sin embargo, eran Amaia y Ana las que tenían que ensayar si querían el visto bueno de los profesores tras el pase de micros; tenían que ponerse las pilas ya y, aun así, la navarra prefirió ir a ver a Alfred y Raoul antes que empezar a trabajar. Le apetecía estar con ellos, escucharles.
Al llegar ante la puerta, Ana resopló.
—Joder, está ocupada. —Puso los brazos en jarra. Amaia podía ver que se estaba empezando a agobiar—. Vamos a tener que ensayar en el salón.
—Quizá no les quede mucho —se apresuró a decir Amaia—. Podemos preguntarles y si no es mucho rato esperamos con ellos hasta que nos dejen la sala.
Ana echó una rápida mirada al libreto que llevaba en las manos con expresión insegura, dudando de si sería buena idea, pero finalmente asintió al tiempo que abría la puerta con cuidado y Amaia sonreía triunfalmente a su espalda. Entraron sin decir nada —no querían molestarles a mitad canción—, pero tanto Raoul como Alfred levantaron la vista del texto que tenían delante para mirarlas con sorpresa. Sin dejar de cantar, Raoul hizo un gesto con la mano a modo de invitación para que se acomodaran alrededor del piano. Alfred, por su parte, les dio la bienvenida con una amplia sonrisa y ojos brillantes tras sus gafas redondas.
Tratando de no hacer mucho ruido, Amaia se sentó en el taburete más próximo al ordenador, mientras que Ana se recostó contra el piano, quedando de pie en el lado opuesto. Los chicos siguieron cantando hasta que el tema llegó a su fin y la sala se sumió en unos segundos de silencio. Amaia aplaudió unas cuantas veces sin verdadera fuerza, realmente encantada con lo que acababa de escuchar. Era sábado, por lo que ya llevaban muchos ensayos a sus espaldas de los cuales Amaia había presenciado unos cuantos y, de alguna forma, el resultado cada vez le emocionaba más. Ese dúo le fascinaba, sobre todo cantado con las voces de Raoul y Alfred.
—Buah, madre mía —dijo ella todavía aplaudiendo, ensimismada—. Os queda increíble. Lo vais a hacer genial el lunes.
—Totalmente de acuerdo —concordó Ana.
Los dos chicos sonrieron, agradecidos.
—Oye, ¿os queda mucho? —preguntó Amaia, esperando no sonar impertinente—. Ana y yo no sabemos dónde ensayar.
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Ciudad de las estrellas || Almaia
FanfictionRecopilación de pequeñas escenas de lo más bonito que tiene este mundo: Alfred y Amaia (OT 2017) as a couple. VIVA ALMAIA SÍ LO DIGO. No van a estar ordenadas cronológicamente como ocurrieron en la academia, sino conforme me vengan a la mente. Tampo...