Cap. 44: "Confrontando al Corazón"

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Después de una larga pausa estoy de regreso con esta historia. ¡Gracias por su paciencia!

* En el próximo capítulo responderé todos los reviews anteriores más los nuevos ;)

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CAPÍTULO 44

"Confrontando al Corazón"

—¡Hey! ¡Detente! —Oskar se sentó a su lado— ¿Qué crees que estás haciendo?

—¿Cómo entraste?

—A mí también me da gusto verte —dijo con ironía—. ¿Por qué te estás lastimando de esta forma? Mira los moretones que tienes.

—Qué más da si igual no siento nada.

—Eso no significa que debas hacerte daño —lo miró preocupado—. ¡Suficiente! —Le sujetó las manos al ver que no se detenía— ¿Qué está pasando, Blaine?

—Suéltame —dijo entre dientes con gran molestia—. No tienes derecho a…

—Y tú no tienes derecho a hacerte esto. No sé lo que está ocurriendo, pero autoflagelarte no es la respuesta.

—¡Déjame en paz! ¡Y ya suéltame!

—¿Vas a dejar de lastimarte?

Anderson le dio una mirada cargada de rabia y empezó a forcejear para soltarse, pero el agarre de Oskar era firme y terminaron cayendo en la piscina. Al irse su cuerpo al fondo de manera sorpresiva, se desesperó hasta que fue auxiliado y llevado a la superficie.

»¿Estás bien?

—¡No necesito tu ayuda! —Gritó agitado— ¡No necesito a nadie!

—Blaine, cálmate.

—No necesito a nadie —las lágrimas que lograron escapar de sus ojos se escondieron entre las gotas de agua que cubrían su rostro—. No necesito a nadie —se acercó al borde de la piscina y empezó a llorar.

—¿Qué sucede? —Se acercó el más alto por detrás y lo abrazó— Sabes que puedes contar conmigo.

—¿Qué rayos está pasando aquí?

Ante la voz femenina cargada de enojo, Oskar levantó la mirada. —No es un buen momento, Rachel.

—¿Qué? ¿Interrumpo? —Colocó las manos a los costados de su cintura y levantó una ceja— ¡Es el colmo del cinismo!

—Rachel, por favor. Ya te dije que no es un buen momento.

—¿Ah sí? ¿Y por qué no? —El gesto que Oskar le hizo la llevó a dirigir la mirada hacia su amigo— ¡Blaine! —Corrió hasta el borde de la piscina— ¿Qué tienes? ¿Qué pasó?

—Déjame tranquilo.

—Blaine…

—¡Déjame en paz! ¡Y vete de mi casa! ¡Tú también Oskar! ¡Déjenme solo!

—No te voy a dejar —dijo el chico.

—Yo tampoco —Rachel fue firme.

—¡Quiero estar solo!

—No, Blaine —pronunció Oskar suavemente.

—Por favor —se quebró—, váyanse.

—No voy a dejarte solo —dijo sinceramente el de ojos grises, y Blaine sollozó a la vez que los brazos le temblaron y no pudo sostenerse más del bordillo— Te tengo —lo sujetó de la cintura antes de que este se soltase.

—Oskar… —el ex artista se giró y se abrazó a él mientras lloraba.

—Tranquilo, te tengo —lo sostuvo con fuerza contra su cuerpo—. Y nunca voy a dejarte solo.

R

achel observó en silencio la escena tratando de comprender lo que sucedía. Aquella cercanía no podía ser buena... ¿o si?

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K

urt se encontraba con uno de sus pacientes realizándole los ejercicios correspondientes. Se trataba de un joven de 20 años que había tenido un accidente automovilístico similar al de Blaine, pero su lesión no había sido tan grave.

—Doctor Hummel, ¿cree que voy a volver a caminar?

—Es pronto para saberlo, Thomas, pero hasta el momento tu cuerpo está respondiendo bien a la terapia.

—Eso debe significar algo bueno.

—Tienes muchas posibilidades.

—Me conformo con poder moverme, así sea con muletas, un bastón o la ayuda de cualquier aparato. Lo que no quiero es quedarme en esa silla. No sabe lo frustrante que es estar tan limitado.

—Lo comprendo bien.

—No se ofenda Dr. Hummel, pero no creo que lo entienda realmente. Es verdad que usted trabaja con personas como yo todo el tiempo y seguramente trata casos más complicados que el mío, sin embargo nadie puede entender la frustración, la impotencia, la rabia, la tristeza y todo lo que se siente al estar atado a una silla de ruedas a menos que pase por lo mismo.

He visto personas en esta condición siendo felices, incluso hay deportistas a los que admiro, pero supongo que debe ser un largo camino para poder llegar a ese punto. Aunque no para todos es igual porque también he visto a personas caer en depresión y llevar vidas miserables, y es que no es nada fácil.

—Thomas…

—¿Sabe? Yo solía correr, y participé en varias maratones. Mi sueño era ir a las olimpiadas. No sé si algún día será posible, pero como mencioné antes, por ahora me conformo con poderme levantar de la silla y caminar. Ya luego y si las circunstancias lo permiten, voy a luchar con todas mis fuerzas para correr, por mí, por mi familia, por todas las personas increíbles que han estado a mi lado y que no han dejado de apoyarme.

—La motivación es importante. Me alegra mucho que la tengas, y estoy seguro que nada va a detenerte.

—¡Gracias! —Sonrió ampliamente— Es verdad eso, pero también son importantes las personas que nos rodean y la forma en la que nos hacen sentir. Con sus actos o sus palabras pueden levantarnos y ayudarnos a seguir adelante, o pueden destruirnos completamente.

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