Epílogo
Para Edward Collingwood verla despertar había sido un milagro. Su corazón se estremeció y se llenó de tantos sentimientos.
Se había recordado, como en un corto espacio de tiempo, se había visto a sí mismo arrodillado en frente de una lapida que decía:
<< Caroline Peyton... Amada hija >>
Además de tener la fecha. Esa fecha tan actual y presente en su vida.
Pero verla viva, había apagado un poco aquella desesperación y aquel vacío.
No podía negarse a sí mismo que aquella visión había sido muy aterradora, aún más, cuando veía con sus propios ojos que había perdido para siempre a Caroline.
Sus piernas aún les temblaban, de tal manera, que jamás pensó que podría estar así con la persona que antes había odiado, al ella haberle mentido.
— Siento tanto no haberte escuchado...
Y el perdón llegó en ese instante, en medio de los dos, comprendiendo ambos lo corta que puede ser la vida, en un abrir y cerrar de ojos.
— Caroline...
— Lord... Collingwood.
— Desde hoy quiero que me llames Edward... Simplemente Edward... Me diste un gran susto... ¡Un gran susto, Caroline!— dijo al tomarla con delicadeza en sus brazos, mientras besaba su frente y la estrechaba con fuerza.
— Lamento tanto... haberte mentido... —dijo suavemente— Yo no... Yo...
— No importa... Eso se ha quedado en el pasado. Te amo... Caroline. Te amo, aun cuando me hayas mentido en un principio cuando nos conocimos. — rozó su mejilla cuando se dispuso a mirarla a los ojos—. ¿Has tenido alguna vez idea de lo que se siente al mirar tus ojos mirándome?... Es como si entraran en ellos. Es como si solo tú pudieras ver mi interior y me haces sentirme tan vulnerable.
—Amo escucharte mencionar mi nombre... Amo escucharte llamarme Caroline y saber que me ama a mí... Yo también te amo, Edward...—una lágrima recorrió su rostro, mostrándole lo vulnerable que también se sentía ella.
Él se acercó un poco más a ella, y con suavidad, la besó.
Los párpados de Caroline se cerraron, mientras sus labios la besaban con ternura y devoción. Hasta el instante en que Edward recordó que afuera había personas que esperaban saber si ella había presentado alguna mejoría. Que esperaban aquella noticia de si ella había despertado finalmente después de tantos días inconsciente.
—Tu padre se encuentra aquí. Desea verte...Ha estado muy preocupado por ti... Mi amigo Harold le ha buscado y ha venido con él...
Pronto el tiempo transcurrió, en medio de ellos, haciendo que la vida fuese justa con ambos. Mientras la felicidadhabía llegado a la vida de todos.
— ¿Qué haces? — le expresó Caroline al acercarse a él, mientras caminaba hacia el jardín de la propiedad que le pertenecía en las afuera de Londres —. ¿Qué haces aquí tan solito?
— Pensando...
— ¿Pensando? ¿En qué?
— En todo lo que tengo y me has dado...—dijo al abrazarla, mientras veían a su pequeña hija Annie correr hacía ellos. Riéndose a carcajadas cuando él la tomó en sus brazos—. Nunca pensé que después de cinco años. Después de aquel día en que creí que te perdía una vez más, ahora estemos aquí siendo finalmente una familia...
— Yo tampoco...— sonrió con ternura—. Tú llegaste a mi vida y me salvaste. Hiciste más de lo que espere cuando conociste el motivo de porque también hui... No quería que pensaras que te estaba utilizando para salvar a mi padre de la ruina en que él nos sumergió cuando tan solo era una niña... Nunca podría convertirme en esa clase de mujer, por eso había renunciado a ti. Dejando un pedazo de mi corazón en tus manos...
—Y tú me salvaste de un matrimonio que me hubiese hecho infeliz... Después de todo, debo agradecerle algo al plan de Sandra... Aunque nos hubiese lastimado a ti y a mí. Fuiste mi más hermosa blanca mentira... Por eso no necesitaba nada más que pensar cuando te recuperaste. Debía pedirte y hacerte entender que era el complemento que un futuro marqués necesitaba en su vida. No quería a tu dote... Sólo a ti. —miró a su hija, su otro hermoso regalo, mientras veía el vientre abultado de Caroline. Pronto, después de todo, volvería a haber un nuevo integrante en esa familia. Y ellos realmente eran felices.
Y allí estaban losdos. Siendo felices como merecían desde un principio serlo. ¿Acaso podían pediralgo más?
Y no tan solo ellos encontraron su felicidad, sino también quienes los rodeaban. El señor Thomas también había encontrado su felicidad y una nueva hermosa familia, junto a su hijo, en la mejor amiga de Caroline, en Sandra Ashford. Quien después de todo lo que había sufrido su amiga, había cambiado, y ahora estaba en la espera de su primer hijo al ser ahora la esposa de ese buen hombre.
Fin
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Blanca Mentira (Editada)
Ficción históricaEdward Collingwood, conocido como Lord Collingwood, es el hijo mayor del marqués de Cambridge y su único heredero. A su edad de seis años fue comprometido con la hija del mejor amigo de su padre, a quién por cierto no recuerda. Y con la cuál tendrá...