Capítulo uno.

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- Papá, por favor. Te ruego. No dejes que me lleven. Soy tu hijo. Te pagaré, lo juro.- pidió el omega aferrándose a su padre con desesperación.

El miedo era palpable en su rostro.

- Lo siento, Lou. En verdad lo siento. Te cuidé por mucho tiempo. -Fue lo único que dijo, sin siquiera atreverse a dirigirle la mirada.

Sintió como uno de los alfas lo tomó del brazo haciéndolo entrar al auto.
Su padre lo había dejado solo. Había dejado que lo llevaran a sabrá Dios dónde.

Oía muchas cosas acerca de estas situaciones como para saber que si se resistía sería peor.

Pero el miedo lo consumía poco a poco. No sabía ni siquiera la razón de ser aparentemente secuestrado.
Los alfas no pronunciaban ni una palabra del por qué. Y si lo habían echo, no prestó ni poca atención.

Cerró los ojos con fuerza y tomó aire profundamente. No podía molestar a los alfas con su olor a nervios y preocupación exagerada.

El auto se detuvo y pudo observar que se encontraban en un lugar que no daba a conocer que fuese habitado.

-Espera un momento.-mencionó uno de los alfas, su voz áspera y firme le hizo encogerse. Se limitó a asentir.

Observó cómo se alejaban a una camioneta que se encontraba cerca.

Podía escapar.
Podía abrir la puerta y correr.
Podía salvarse en ese momento.
Pero también podía cometer un grave error.

No tenía la fuerza suficiente de siquiera respirar.
Llevaba dos días consumiendo simple agua y un trozo de pan. Su padre había caído en los vicios y él no pudo conseguir trabajo.

Sería una estupidez tratar de salir de ahí.

Suspiró pensando vagamente en su madre. Llevaba alrededor de tres meses en el hospital sin mejorar, pero tampoco empeoró.

Apenas ayer estaba sosteniendo su mano pidiéndole que luchara con todas sus fuerzas. La amaba, la necesitaba con él. Y ahora no podría visitarla.

Un sollozo salió desde el fondo de su garganta.
Le dolía todo, sentirse inútil sin poder hacer nada.

La puerta se abrió pero no entró ningún alfa.

Un chico rubio con ojos azules increíblemente bonitos entró en su lugar.

Se le veía alterado y molesto. Mantenía el ceño fruncido y apretaba el volante.

-¡Malditos alfas de mierda!- gritó sorprendiéndolo.- ¡Los odio! ¿Tú no los odias? ¡Son posesivos y arruinan todo! ¡Tenía todo perfectamente calculado y...!

Pareció notar el miedo del omega y se tranquilizó.

-Lo siento. Sólo que los alfas no me caen. Bueno, no todos. Me molesta que se metan en mis asuntos. No te asustes, soy Niall. Quizá soy la persona en la que más vas a confiar, o bueno, eso no lo sabemos aún. Hace frío, ¿cierto? Ya cierro las ventanas. Estos hombres tienen hielo en lugar de sangre. Igual te acostumbras, con el tiempo. ¿Tienes hambre? Toma, ahí debo de tener algunas frituras.- Le entregó una mochila perfectamente ordenada.- Y dime, ¿te trataron bien? Porque deberían hacerlo sino quieren perder su empleo.

Louis asintió levemente, confundido.

-Soy Louis.

El chico sonrió.

-Eso ya lo sé. Todos te conocemos, la mayoría. Siéntete cómodo. Ahora iremos a la residencia de los Styles. Ahí te explicarán qué ocurre. Louis, es importante que sepas que no estás aquí para nada que pueda dañar tu integridad física, y sino me equivoco, tampoco emocional. Yo soy tu amigo ¿bien? Soy tu apoyo a partir de ahora. No debes tenerme miedo ni mucho menos. Soy omega, te entiendo, no podría hacerte nada. Yo te ayudaré siempre. ¿Está claro?.

Louis asintió regalándole un intento de sonrisa.
Se sentía confundido y un poco aliviado. Niall entró en una confianza tan rápido que le dió una mínima seguridad.

Algodón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora