capítulo ocho.

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Las horas pasaron rápido.

El tal Liam y el chico nuevo no se habían presentado.
Habíamos hablado un poco más sobre experiencias de Gemma y Harry pequeños.
Tristes y felices, cómo cuando Gemma se fue de la casa y Harry quiso su habitación no exactamente por ser la más grande.
O cuando Harry acusó a Gemma de vender drogas cuando ella tenía apenas nueve.

Después de eso cada quien se fue a sus habitaciones, menos Niall y Gemma, que salieron a un club, prometiendo que uno de los dos no tomaría para poder manejar sin guardián de por medio.

Y ahora Louis se encontraba en la cama de Harry, esperando que éste terminara de bañarse.
Cuando escucho que el agua dejó de correr, se puso nervioso. Disimuladamente se observó en el espejo de enfrente y se acomodó el cabello. ¿Qué mierda haces? ¿Por qué te importa tanto si apenas le conoces? Aliso su camiseta y olió sus axilas.
Hizo una mueca.

— Apestoso.— se dijo a sí mismos.

Caminó al tocador y tomó un poco del desodorante. La perilla se movió y corrió a la cama, tomó asiento cruzándose de piernas y miró al techo.

— Terminé.— mencionó Harry, sonriendo.

— Ya veo.— respondió Louis intentando calmar sus nervios.

El rizado camino a su tocador pero se detuvo frunciendo el ceño. Olfateó en el aire y miró a Louis.

— ¿Qué haces?.— sonrió confuso.

— ¿De qué?.— respondió rápidamente.

— Tienes el... desodorante en tus manos.

Joder, serás idiota.

Ah, sí. Yo... sentía que... Quería averiguar si ésto era a lo que olías.

— ¿Y si huelo a eso?.

— Eh....— para nada, ésto apesta, tu hueles delicioso.— Sí.

El alfa rió, quitándole el desodorante.

— Que cosa más curiosa. Éste desodorante es de Niall. Yo uso loción corporal.

¡Mierda!

¡Mierda, mierda y más mierda!

Louis palideció en ese instante. Que vergüenza.
No te sonrojes, Omega. Por favor no lo hagas, no ahora.

— No hay problema si lo usas, solo que... No me gusta que opaque tu olor.— admitió.— Ésto huele horrible comparado contigo. Pero tú haces lo que tú quieres, ¿sí? No tomes en cuenta lo que digo yo, son tus decisiones.

El ojiazul lo observó adonadado. Que alfa tan más respetuoso.

— Gracias, Harry.

—Bah, no hay de qué. ¿Quieres que te presté algo para dormir? Debo tener unas cua...

— ¿Dormiré aquí?.

Harry parpadeó lento.— Hay una habitación enfrente, si no te sientes como aquí puedes dormir allá. Pero yo no mandé a arreglarla y... bueno, puede que esté un poco llena de polvo.

Mentiroso. Louis sonrió.

— Me refería que si iba a dormir en tu casa. Pensé que podía irme.

El rostro de Harry se deshizo. La felicidad, los destellos emocionados, todo.

— ¿No quieres quedarte conmigo? ¿Hice algo malo? Lo siento. Sí quieres mando ya a limpiar. No hay problema.

— No, no Harry. Está todo bien. Pero creí que me dirías algo como "ya puedes irte". No hiciste nada malo.— suspiró.

— Jamás te diría que te fueras.

— ¿Tu quieres que me quede contigo?

El rizado sonrió levemente.— Solo si tú quieres.

— Pero... ¿Tu quieres?.

— Es tu decisión. Si tú quieres yo quiero.

— ¿Y si no quiero?.

— Respetaré tu decisión.

— Pero tú quieres que me quede.

— Solo si estás de acuerdo.

Louis soltó una carcajada.

— Está bien, alfa. Me quedaré.

Harry sonrió enormemente.

Algodón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora