capítulo seis.

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-Y por último, jardín trasero.- mencionó Harry abriendo la puerta de cristal.

Era enorme, y había escaleras más delante. Tres perros pequeños jugaban con pelotas, peluches, y dos pequeños niños riendo. Louis se asustó cuando la niña le lanzó una patada a su compañero, pero no se peleaban, se abrazaron y se arrastraron por el piso.

A la derecha, después de las vallas había unos cuantos árboles, y muy muy al final el mar, congelado.

-¡Emma y Ryan! ¡Vengan a saludarme, niños del demonio!.- gritó Harry agachándose para recibirlos en un abrazo.- Son mis sobrinos. Niños, el es Louis, mi omega.

- ¡Nuestro tío!- habló el niño, con un acento alemán muy marcado.

- ¡Bienvenido! ¿Puedo darte un abrazo?- preguntó la pequeña.

Louis sonrió, apoyándose sobre sus rodillas.

- Los abrazos no se piden, bonita. Ven acá. Tú también, Ryan. - abrazó a los niños, riéndose y llevándose una pequeña patada en la pierna.- ¡Esa era mi pierna!- rió despeinando a Ryan.

- Sean cuidadosos con él.- advirtió el alfa.- Sigan jugando. Gracias por saludarnos.

Louis suspiro, extrañamente feliz. Caminó al centro del jardín, atrapando los pequeños copos que caían sobre él.

- Harry. - lo llamó.

El nombrado volteó, con un brillo especial en sus orbes verdes. Escuchar su nombre en boca de Louis era lo más bonito. Cómo cuando fue a esa réplica de Vivaldi en concierto, o tal vez más bonito. Sonrió sin poder ni querer evitarlo.

- ¿Sí?.

- ¿Después de esas escaleras que hay?. - preguntó curioso.

- Una piscina.

Louis abrió los ojos, con asombro.- ¡Debe estar completamente congelada! ¿Podemos ir?.

- Haremos lo que quieras, sol.

El Omega se sonrojó. Hace tiempo que no recibía apodos sin morbo. Apodos bonitos y llenos de admiración. Se acercó y tomó la mano del rizado, invitándolo a subir.

Era una casa de ensueño. La piscina en efecto estaba congelada, podía ver hojas atrapadas dentro del hielo, y rió viendo a un mosquito también.

- ¿De que te ríes?- preguntó Harry, parándose a su lado.

- Ahí.- apuntó al mosquito. - Se quedó atrapado.

Harry asintió, esperando a que siguiera.

- ¿Imaginas que cuando se descongele, pueda pasarle lo que al Capitán América?.- volvió a reír. Un poco más fuerte.

Harry parpadeó, deleitándose del chico frente a él.

- Tus chistes son muy malos.- le dijo, sonriendo levemente.

- ¡Ah! ¡Debes arrepentirte!- se quejó. - Niall me contó que tú eres el malas bromas. Pensé que te podías reír con chistes tontos.

- Pero es que te habéis pasado, Sol.

- Te lo devolveré cuando tus tontos chistes me causen vómito.

- Ese día no llegará, puedo prometer que no te haré vomitar. ¿Tienes hambre?.- preguntó el alfa sonriendo. - Le dije a Mamá Lucy que cocinara para ti. Y no es por hacerle fama pero vaya que sabe cocinar.

- La verdad es que estoy muy cansado. Pero mi estómago debe recibir por lo menos una comida. Acepto la invitación, gracias Harry.

- ¿Una? ¿No comiste en tu casa? ¿Niall no te dió nada? Qué te puede dar ese idiota si se alimenta de chatarra.

- La situación en casa era... difícil.- concluyó.- Niall me cedió unas barritas, muy ricas y bajas en calorías.- rió.- La verdad es que me ayudaron un montón.

- ¡Unas barritas!- repitió impactado.- Sin ofender, la alimentación de los omegas es más estricta que en los alfas, si no te alimentas lo suficiente puedes tener vómito, y problemas con tu celo. Te dañan por completo y bajan tus defensas como no tienes idea. ¿Por qué ni me dijiste antes? Vamos adentro, debes estar congelándote.

Louis ni tuvo tiempo de responder cuando el alfa ya lo arrastraba al interior de la casa. Inhaló cuando sintió el calor entrando en sus pulmones.

Caminó al comedor encontraron a Mamá Lucy, la Nana de Harry. Una señora de unos cincuenta años pero vestida de ochenta, con un aura de calidez extrema y una sonrisa matera. A Louis le agradó. Y a ella Louis. Era Omega, o lo había sido, antes de que su celo dejará de presentarse. Pero todavía quedaba su aroma a cereza.


Entraron al comedor y Peit se encontraba ahí, sin embargo apenas los vió y se fue. Louis supuso que le dolía ver a Harry con él. El alfa se aferraba a su cintura como si temiera que Louis se perdiera, y al sentarse dejó una de sus manos en su rodilla, tocándole un poco más fuerte de Eli necesario.

Pero se sentía bien. Afuera había comenzado a nevar y los niños y perros estaban ahora dentro de la casa, pegados al ventanal y la chimenea, bebiendo chocolate. Los perros estaban dormidos, pero pegados a los pequeños niños, protegiéndolos.

Gemma apareció después, colgada de Niall y riendo fuertemente.
Los cuatro hablaban y hacían ahogarse mutuamente de vez en cuando. La Nana de Harry se unió poco después, junto con un viejo agradable llamado Sam.


- Louis, me contabas que te gustaba la música.- mencionó Niall.- ¿Tocas algún instrumento?

Los cinco pares de ojos se fijaron en él, presionando la respuesta. Louis se removió.

- Piano, un poco. Y guitarra. No soy el mejor pero se defenderme.- afirmó, haciendo sonreír a Harry.- También... jugaba a cantar.

Gemma chilló, emocionada.- ¡Harry canta hermoso! Apuesto que un día de estos te compone algo mientras te ve dormir. ¿A qué sí, hermanito? Tiene un cuaderno con montones de canciones escrit...

- No son canciones buenas.- la interrumpe Harry.- Ni siquiera canciones son. Sólo son escritos que llegan en el momento, sin sentimientos, sin sabor. - mira a Louis.- No había encontrado la inspiración necesaria.

- ¡Estos dos derraman miel!.- exclama Sam.

- ¿Qué se puede decir? Son jóvenes enamorados. Ya me acuerdo yo cuando pasaba de alfa en alfa.- comenta Lucy, sonriendo.- Me encantan los dos juntos.

- Niall.- llamó Harry.- ¿No invitaste a Liam y al chico nuevo?.

El rubio asintió.- Lo hice. Me dijo que el chico no se sentía muy bien, pero que vería si nos podía alcanzar en el brindis.

¿Brindis?

- ¿Brindis?- pregunté.

- Sí. Vamos a festejar que por fin Harry tiene a su destinado junto a él.

Oh.

- Si te molesta puedo cancelarlo.- mencionó Harry.

- Para nada.- conteste tranquilo.- Yo también quiero festejarnos.

Algodón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora