Capítulo 20 (Primera Parte)

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Estoy un 90% seguro de que es él.

Todo cuadra — En mi cabeza, claro. — Es muy complicado de entender, y no sé si sean simples pero extraordinarias coincidencias, pero cuadra.

Cité a Lily y a Fred en mi casa para explicarles mi hipótesis, pero decidí ir por mi cuenta a comprobarla.

— Vuelvo más tarde Mamá. Si llegan los muchachos les dices que fui a ver al señor Harper. — Asintió y salí de su casa con rumbo a resolver esto.

***

— Busco al señor Roy Harper. — Dije justo cuando entré al famoso juzgado 6.

— El señor Harper saldrá de viaje, pero si le urge verlo, quizá aún lo encuentre en su casa. — Dijo y agradecí que me proporcionaran la dirección de su casa. Emprendí camino hacia allá.

Lily.

No soportaba su indiferencia.

Sé que me lo gané, sé que cometí una terrible equivocación, pero es que en serio estoy muy arrepentida. Yo quiero a Alex, mucho, más de lo que creí quererlo, pero la cagué al meterme con su mejor amigo.

Yo no quiero a Freddie, no como una pareja, pero él estaba roto y yo muy confundida. Todo parecía tan fácil, sólo sexo. Sin compromisos. Pero no me detuve a pensar en que Alex me ofrecía eso y más.

En fin, me emocioné cuando recibí un mensaje de él, pero mi ánimo decayó cuando descubrí que sólo se trataba de que nos citaba en casa de su madre en un rato. Me alegró mucho el saber que él y su madre se habían reconciliado.

Fred pasó por mí y ambos nos dirigimos a casa de Alex.

— Lily, quería hablar contigo antes de que lleguemos. — Me dijo, sorprendiéndome.

— Claro, dime de qué se trata.

— Yo quería... Quería pedirte una disculpa. Me aproveché de ti cuando estabas vulnerable, y aunque pude detener todo, no lo hice, y eso arruinó las cosas con Alex.

— Fue algo que los dos quisimos, Fred. Debes entender que yo amo a Alex, pero me ha dejado muy claro que ya no le interesa ser ni siquiera mi amigo. Fue culpa de los dos y no quiero que te culpes ¿Está claro?

— Yo estoy arreglando las cosas con Anna. — Dijo para mi sorpresa y me alegré por él.

— ¡Eso es increíble, Freddie! Me alegro mucho por ti.

— Espero que lo que pasó entre nosotros no arruine nuestra amistad, porque eres una gran amiga.

— Por supuesto que no cambia nada. — Dije y sonreí para tranquilizarlo.

Llegamos a casa de Monica y tocamos el timbre.

— Hola — Saludó Max.

Max era un chico guapo, era parecido a Alex en mucho, casi su viva imagen, y ambos se parecían a Monica, con ligeros rasgos de sus respectivos padres. Me sacaba un par de centímetros, y seguro Alex le sacaba otro par a él.

Nos invitó a pasar y cuando esperaba ver a Alex bajando por la escalera, vi a Monica.

— Hola muchachos. Alex dijo que estaba tan ansioso por ver a Harper que me pidió que lo esperaran aquí. — Alfred y yo nos miramos extrañados, pero asentimos.

Viendo alrededor, observé fotos de Alex de niño, y no pude evitar sonreír.

— Era un niño muy alegre. — Dijo Monica, viendo la misma foto que yo.

— ¿Cómo era? — Pregunté.

Monica comenzó a contarme sobre la niñez de Alex, mientras reía junto con Freddie, recordando. Y así pasaron las horas, con Monica llorando al recordar sus errores con Alex y nosotros consolándola. Pero sólo una pregunta rondaba por mi cabeza, al ver la hora que ya era.

¿Dónde está Alex?

Alex.

Llegué finalmente al lugar que marcaba mi celular, y aparqué el auto en un lugar vacío en frente de la casa de Harper.

Bajé de mi auto y caminé hacia la puerta de la casa, que, si bien no estaba fea, sí tenía un aspecto descuidado.

La puerta se abrió y al fin tenía a Roy Harper frente a mí. Es hora.

— Alexander, qué sorpresa verte aquí.

— Hola, Roy. ¿Puedo pasar? — Asintió y se hizo a un lado.

Al entrar vi que tenía arreglada su casa con un estilo muy campirano, me gustaba.

— ¿A qué debo tu inesperada visita, muchacho?

— Pues hubo un ligero pero esperanzador avance en el caso. — Dije mientras veía la chimenea de su casa.

— ¿Ah sí? ¿Qué sucedió? Creí que te habías quedado estancado hace algunas semanas.

— Pues así había sido, pero me habló una persona que dijo tener información sobre esto y fui a verle. No me dio algo muy útil, pero sí algunas pistas y ahora sé justamente a quien interrogar.

— No sabes cómo me alegra escuchar eso, Alexander.

— A mí también me alegró escucharlo, Roy.

— Estoy seguro que tarde o temprano resolverás esto. Tienes un gran talento.

— Gracias.

No puedo evitar sentirme intimidado por las múltiples cabezas de venados y alces que cuelgan en las paredes de su casa, pero otra cosa que me llama la atención, es la variedad de discos de Rock que descansan en su mueble.

— Buenos gustos musicales, Roy. — Digo señalando los ya mencionados discos.

— Oh ¿También te gusta el Rock? — Pregunta con una sonrisa ladeada.

— ¡Por supuesto!

— A mí en lo personal me encanta Led Zepellin, y todo lo que provenga de Europa. — Dijo mientras sacaba el álbum "IV" de la banda, y además otro álbum ya conocido.

— Mira estas dos joyas. — Dice pasándome los discos. — Uno de ellos es uno de los álbumes más famosos de Zepellin, y el otro es un excelente disco de Pink Floyd.

Wish You Were Here — Digo sosteniendo el disco. — Bellísima portada.

— Diseñada por el genio detrás de la mayoría de sus portadas Storm Thorguerson.

— Éste disco contiene una canción que canta un hombre que tiene exactamente el mismo nombre que tú. — Digo sin dejar de ver la portada.

Graciosa coincidencia.

Bingo.

— ¿Por qué lo hiciste, Roy? — Dije repentinamente serio. — ¿O debería de llamarte Storm?

— ¿Quién fue la persona que viste? — Pregunta, aunque no parece asustado ni mucho menos.

— Fue Adam Williams. Confesó lo que sabía, y fue sólo cuestión de tiempo para dar con Rutherford, quien nos dijo todo lo que sabía. Dijo que expresó su enojo al perder las elecciones con todos en el juzgado en el que tanto tú como él trabajaban. Dijo que los motivos de Storm, eran la envidia que le daba la buena racha de mi padre, ya que había iniciado cómo su jefe, pero después mi padre ascendió puestos y lo relegó. Me dijo algunas otras cosas más. Finalmente ni Adam ni Ben dispararon el arma, así que fue el mismo Storm, quien debía tener habilidades con el arma. Y tú sabes cazar. Lo de tu ridículo apodo lo deduje al escuchar la canción que canta Roy Harper con Pink Floyd, era cuestión de atar cabos. Pero ahora que te tengo, no tienes escapatoria — Dije mientras buscaba mi teléfono en mi bolsillo.

Lo había dejado en el sofá.

Me acerqué para tomarlo pero un fuerte dolor me hizo caer al suelo.

— Qué astuto hijo de perra eres. — Escuche antes de quedar totalmente inconsciente.         


Próximo capítulo FINAL.
22 de Julio.

The Murder ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora