Introducción

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Nuestra situación era inmejorable.

En menos de dos horas mi padre asumiría el cargo de alcalde electo de la ciudad de Nueva York.

Era de esperarse, en las encuestas, mi padre llevaba una clara y contundente ventaja sobre sus dos contrincantes, Ben Rutherford y Spencer Rush, y finalmente el día de las elecciones quedo demostrado en el conteo de votos.

Yo, en aquel entonces, no podía estar mas felíz. Todos en mi escuela, la Secundaria "Abraham Lincoln", no podían creer que mi padre fuera el alcalde de la ciudad, y yo no perdía oportunidad para presumirlo a todos mis amigos.

La camioneta nos trasladaba, a mis padres y a mí, al centro de la ciudad, donde tenían preparada una ceremonia para despedir al antiguo alcalde, Kevin Hudson, y recibir al nuevo alcalde, mi padre, Aaron Mason.

—Arreglate la corbata, Alex.— Dijo mi madre, mientras acercaba sus manos hacía mi cuello para devolver a su lugar mi corbata azul.

—¡Que buena manera de iniciar mi gestión¡ Llegando 10 minutos tarde a la toma de cargo. ¡Increíble¡— Pronunció mi padre algo alterado. —¿¡No puedes ir mas rápido, Albert!?—

—Voy lo mas rápido que puedo, Señor Mason.— Dijo el Señor Albert, algo apenado.

Dos minutos después, estábamos descendiendo del vehículo, y ubicándonos atrás del podio.

—¿Como me veo, cariño?—
Preguntó mi padre, inclinandose ligeramente hacía adelante.

—Te ves muy elegante mi cielo, deja de atormentarte la cabeza y concéntrate en lo que vas a decir ahí arriba.— Dijo mi madre, con una sonrisa reconfortante. Mi madre tenía ese don de poder hacerte sentir seguro en momentos de mucha presión, como éste.

Se dieron un ligero beso en los labios, e inmediatamente mi padre se dirigió a mí, paso su brazo por atrás de mis hombros —Pues a mis 13 años tenía una estatura bastante decente. 1.68, para ser exacto.— y tomo aire.

—Hijo, éste es un momento muy importante en mi vida, y no sabes lo felíz que me siento de que tu madre y tu estén compartiendolo conmigo, gracias.— Dijo mientras me abrazaba, ahora con los dos brazos y recargando su cabeza sobre mi hombro.

—Me siento orgulloso de ti, hijo. Sé que serás un hombre de bien y responsable como te hemos enseñado tu madre y yo, te amo.— dijo mientras se separaba de mi, secándose un par de lágrimas que caían por sus mejillas.

—… Y ahora, el alcalde electo de la ciudad de Nueva York, por favor recibamos con un caluroso aplauso a ¡Aaron Mason!— anunciaron a través de los alto parlantes que su ubicaban alrededor del gentío.

—Esa es mi entrada— Dijo mi padre mientras sonreía orgulloso y se encaminaba hacía las escaleras que conducían al podio. —¡Deséenme suerte!— gritó mi padre mientras subía el primer escalón.

—¡No la necesitas!— Alcanzó a gritar mi madre antes de perder de vista a su esposo.

Los gritos de euforia no se hicieron esperar al pisar mi padre el podio. Eran gritos ensordecedores, y mi padre alzaba su mano saludando a la gente que votó por el, y a la que no, también.

Cuando mi padre finalizó su discurso, bajo del podio y los tres, nos dirigimos al auto convertible que nos esperaba  para dar un recorrido por las calles de la ciudad.

Comenzamos nuestro trayecto y todo era de maravilla, no podía mejorar.

Todo fue muy rápido.

Estaba chorreando sangre que escurría por mi traje de gala.

Mi padre yacía en el suelo con un agujero en el centro de su frente.

El rostro de mi madre no expresaba otro sentimiento que no fuera el pánico que invadía su cuerpo.

El señor Albert, y John, el jefe de seguridad de mi padre, nos arrastraron a mi madre y a mí lejos de aquella atroz escena. Mientras me alejaba, diez o quince personas se acercaron hacía el cuerpo sin vida de mi padre.

Yo no podía pensar en ese momento, sentía unas náuseas terribles, mi mente se hallaba bloqueada y no podía articular ni una palabra.

Cuando volví a la realidad, mi madre y yo nos encontrábamos en una camioneta en la autopista. Mi madre lloraba sin consuelo que la tranquilizara.

                              * * *

El velorio fue un evento muy privado, solo amigos cercanos a mi padre y familiares asistieron. Y fue en nuestra casa.

Yo no podía responder a las condolencias que los presentes me daban, tan solo asentía con la cabeza.

Sentí que no había sentido en mi vida, todo se había derrumbado, mis sueños, desde mi punto de vista, ahora eran obsoletos.

                               * * *

Pasaron 4 años y la investigación que se había abierto para encontrar a el, o los responsables del asesinato de mi padre, había sido prácticamente olvidada, nadie quería meterse en el embrollo por miedo a equivocarse en alguna suposición.

Finalmente, parecía que todos olvidaron el asesinato de Aaron Mason.

Menos yo.

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Bueno, en esta historia, novela o como quieran nombrarla, no habran muchas notas de mi parte.

Esta es solo para agradecerte el darle una oportunidad a mi historia, te aseguro que no te arrepentirás.

Esta es mi primera obra, así que cualquier comentario o crítica es bien recibida.

Actualizaré cada Miércoles y Sábado.

Gracias de nuevo, ten un excelente día.

The Murder ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora