Rebobina tres veces.

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Tal vez nunca significaron nada, tal vez siempre significaron el todo, donde una persona ve basura otro encuentra oro.

No puedes ocultar el aroma de las medicinas con su perfume, no puedes calmar el dolor con colores arcoíris, no puedes hacer que la cama se levante por la fuerza de los tallos y las esporas no se la llevarán lejos.

Pocas cosas hacen que la escuela brille, sus jardines son una de ellas, colores, aromas, está prohibido sentarse en el pasto, es nuestra pintura de Rivera, podemos verla, no podemos tocarla.

Las odio tanto... y la noche lo sabe.

Si algo he aprendido de las clases aburridas de orientación vocacional es que ahora mi mente está en una batalla campal por decidir que hare ahora.

Basándome en el super yo debo dejarlas, están en la escuela y si alguien me ve estaré en problemas, pero mi ello me dice que las rompa, como las enfermedades rompen a la gente, como las flores en el hospital destruyen el ambiente.

Mi yo dice que si no lo hago hoy lo hare otro día posiblemente cuando haya luz natural. Hoy mi yo se inclina por el ello...

Adiós flores, mi bate no las va a extrañar.

Tres cosas estaban mal ese día. Número uno, el guardia, número dos, la directora que seguía revisando el programa educativo y número tres, el otro guardia.

Lo siguiente que recuerdo fue a mí, en la dirección con los dos guardias y la directora Cha, esperando a mi padre. Una conversación conmigo, cuestionamientos que no podía responder, tal parece que mi subconsciente no sabía que hacer esta vez. Después una charla con mi padre a solas de máximo unos quince minutos, de los cuales logré memorizar el orden en que iban las figuras del papel tapiz de la pared. Para mi extraña suerte no hubo suspensión ni algo por el estilo, solo una llamada de atención y la promesa de no volver a hacerlo. Creí saber el porqué de esa decisión.

Mi padre pidió disculpas y solo para que no creyeran que aparte de vándalo mi madre había educado a un muchacho grosero y sin modales, hice lo mismo, sin ganas reales, pero ya sabía cómo funcionaba todo, y las apariencias importan más que una persona cansada.

Al salir, en el auto de mi padre, me dio el bate, dijo que la directora solo había accedido porque yo era un buen estudiante que nunca había dado problemas. Su forma de disfrazar la lastima.

—Gracias por regresarme el bate —dije.

—No debería, pero la directora tiene razón, no eres un mal chico, ¿Qué paso allá?

—No tiene nada que ver contigo, cosas hormonales —dije y de verdad, no tenía nada que ver con él, no sabía distinguir si su interés era real o por mera obligación, pero si sabía a la perfección a donde nos llevaría esta charla, y también sabía que él no la evitaría.

—Jiho, este comportamiento...

—¡Ni siquiera lo pienses!, tú eres el menos indicado para decirme algo así.

—No sabes lo que iba a decir.

—Lo repites con cada ramo de flores, la misma basura mecánica

—¡Cuida tu boca Jiho!

—¿O que harás? ¿Golpearme? ¿Pararás el auto y me darás nalgadas?

Vi cómo sus manos se tensaron en el volante, era obvio que quería golpearme como lo haría cualquier padre ante la falta de respeto de su hijo, pero se mantenía firme en no hacerlo, también tenía la sospecha de porque no lo haría.

—No puedes hacer estas cosas ahora, no es el momento, ella no se lo merece.

—Detén el auto —dije, con las emociones justamente en la orilla del precipicio cercano al coraje maldito, del que las heridas eran el fruto y del que por los últimos meses yo era su visitante favorito.

Block B - "LEGACY"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora