Un final en el jardín.

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Arriba y abajo.
De un lado y al otro.
Colores aquí y allá.

Latas vaciándose, el soneto del golpeteo de los martillos.

La luz del amanecer estaba asomándose, el azul marino de la noche estaba cambiando y nosotros apenas íbamos por la mitad, no éramos los mejores en artes, pero al menos lo habíamos intentado.

Durante las casi 12 horas que llevábamos juntos pude descubrir que estaba rodeado de todo aquello por lo que siempre me queje diciendo que no tenía y que esa soledad que creía existente no era más que una ilusión que le pertenecía a mi miedo.

Pase tanto tiempo solo en casa, descifrando como se utilizaban la mayoría de las cosas, siendo un ente único, que me aferré a la idea de que la familia no existía. Mi padre decía que la familia era primero y terminamos convirtiéndonos en la segunda opción que estorbaba en sus planes. Y sin embargo, mi familia se encontró al lado de seis chicos locos, famosos porque en las fotos serias del anuario siempre salen haciendo caras raras.

Lloré cantidades incontables de días frente a la lavadora y bajo la regadera tratando de hacer que el tiempo se detuviera. Solo quería eso, tiempo. Completamente subjetivo. Todo debe su existencia a solo unos segundos. Un bate se rompe, una amistad nace, una mujer se desmaya en la oficina, un chico toma el valor que ha escondido por un año y se confiesa a su mejor amigo, arriesgándose sacando todo lo que había en su corazón, en cuestión de segundos su amor es correspondido. Y en esa cuestión de segundos nacen cosas que se quedarán para siempre.

No tengo las palabras exactas, aún soy muy joven, pero creo comprender.

Yo tenía todo eso, menos el valor de aceptarlo. Estaba tan harto de la lástima que me daban disfrazada de empatía que me había encerrado bajo llave en lo más profundo de mi cuerpo, convirtiendo mi mente en una piedra que poco a poco se hacía más y más impenetrable para las personas. Yo tenía todo y en exageración tenía miedo de perder lo único que valía la pena en mi vida.

Cuando subimos al auto la noche había terminado, arrancamos junto al primer movimiento de personas, solo unos minutos para que la ciudad encontrara lo que detrás de nosotros veíamos como ondeaba con el poco viento frío de la madrugada. Una enorme manta con el dibujo de una flor especial, ¿Por qué especial?, porque si jalabas el listón que la mantenía, notarías que esa flor es una mujer. Era un mensaje claro.

Las personas suelen decir que el amor de los padres es infinito, que ellos irían hasta el fin del mundo solo para salvar a sus hijos, pero nadie habla de lo que harían los hijos por sus padres, hasta qué punto estaban decididos a llegar por el simple hecho de asegurar el bienestar y felicidad de su familia. Nunca lo había pensado, tal vez porque no parecía necesario, pero solo una cuestión de segundos vasto para llevarme al fondo del infierno.

Yo no era el mejor ejemplo, había mil formas, lo sé, las revisé una y otra vez, pero la desesperación me había llevado y me sentía bien.

Jihoon condujo sin destino alguno sin darnos cuenta de cuando ni como, fuimos recibidos por pétalos de flores cayendo del puente peatonal. Bajamos del auto y cuando la luz del sol comenzaba a salir nos sentamos en el pasillo del puente, dejando nuestras piernas colgar, sintiendo como el mundo estaba a nuestros pies, nunca antes mejor dicho.

El viento era frío, el metal lo era aún más, estábamos cansados, pero no queríamos ir a dormir aún. Por primera vez en más de 12 horas encendimos los teléfonos, sorprendiéndonos al ver como la manta se había hecho viral en tan poco tiempo y sobre como "una epidemia de cabezas rasuradas" había reinado la noche de la estación de policía y se anunciaba como una llamada anónima había llevado a la detención de un hombre que se sospechaba estuvo habitando ilegalmente una casa ajena y la había destrozado, con suficiente evidencia de su culpabilidad en delitos graves.

La luz del sol comenzó a salir aún más hermosa de lo que había sido en los últimos meses. No teníamos nada de qué hablar, habíamos gritado tanto que solo queríamos descansar de eso un por un momento, para cuando los primeros rayos de sol tocaron nuestros cuerpos ahí estábamos, tomados de las manos, siete para uno y uno para siete.

Si, tal vez yo no era el verdadero Peter Pan, pero tenía a mis niños perdidos que estaban conmigo para vencer a los piratas. Y tenía a mi Wendy, despertando en casa y viendo cómo crece de nuevo su cabello ahora que el cáncer se ha ido.

Solo espero llegar antes de que encuentre la carta que dejé por si me detenía la policía y donde explicaba con lujo de detalles porque lo hacía. Quiero creer que siete celulares sonando en cascada solo lo hacen porque nadie cancelo su alarma. Si, este es un final que va de acuerdo a nuestra suerte.

Block B - "LEGACY"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora