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JiMin

Miré sobre el rebosante carrito de compras que tenía frente a mí. Diablos, sólo había ido a la tienda por algo de leche. Sabía quién era el responsable de esto.

— Park Taehyung, trae tu trasero para acá.  — Una pequeña ancianita jadeó por mi aspereza. — Lo siento.

Un enano con cabello castaño se acercó corriendo por el pasillo con tantas cajas de cereal como sus pequeños brazos podían cargar. Ese era mi rompecorazones de siete años. De alguna manera encontró espacio en el carrito para todas las cajas y me sonrió.

— Tengo todo lo de mi lista, nos podemos ir ahora.

— Déjame ver esa lista. — Repliqué, sosteniendo una mano en el aire mientras la otra la ponía en mi cadera.

— Papá. — Golpeó su sien con su dedo índice. — Todo está aquí.

— Maldito sabelotodo. — Gruñí.

Él alzo la mano, agitando sus dedos de arriba a abajo. Resoplé y saqué un dólar de mi bolsillo y lo coloqué en su mano aún extendida en mi dirección. Teníamos una regla de no maldecir que le estaba haciendo a mi hijo una fortuna.

— Gracias papá. — Dijo muy contento.

— Sí, sí. — Repliqué. El agudo sonido de un niño llorando se coló en el aire. — Hora de irse. — Anuncié, empujando el carrito hacia la fila para pagar. Estábamos llegando al final del pasillo cuando alguien choco su carrito con el mío.

— ¿Podrías fijarte por dónde vas? — La perra soltó lo suficientemente alto como para escucharlo por encima de los gritos de la pequeña niña en su carrito.

— Que mire por donde... — Puse cara de sorpresa. — ¡Oh por dios, esa es una idea brillante! ¡Gracias! — Sin necesidad de maldecir, el sarcasmo no me costaba nada. — Vámonos, Tae.

— Disculpa. — La mujer replico, notoriamente ofendida. Empezó a alzar la voz hasta llegar a un tono tan alto que dudo que los perros aún puedan oír.

Rodé mis ojos y empecé a alejarme, pero mi pequeño parecía tener otros planes. Caminó hacia el carrito de la mujer y le ofreció a la pequeña que lloraba una paleta. Él siempre tenía una o dos a la mano.

— Por favor, no llores. — Ella se detuvo, solo gimoteando un poco mientras tomaba el caramelo. Mi niño tenía súper poderes.

— Vamos Tae. — Dije suavemente. Esta vez me siguió. — Eres un chiquillo bastante genial ¿Lo sabias? — Desordené su suave cabello. — Ahora, ayúdame a descargar toda esa chatarra.

Hicimos un trabajo rápido descargando el carrito, y con deslizar mi tarjeta de crédito, ya estábamos fuera de ahí. Levanté la puerta de la parte posterior de mi camioneta y Tae me ayudo a poner todas las golosinas innecesarias en la parte de atrás. Observé el panorama mientras empujaba el carrito hacia el lugar correspondiente.

— Por el amor de Dios, ¡¿Te puedes callar?! — Oh, genial la bruja y la pobre niña que lloraba estaban afuera.

— ¡No le hables de esa manera! — Un niño de tamaño similar al de Tae le gritó.

La bestia miró al pequeño niño con fuego en sus ojos. Ella enterró sus garras en su pequeño bracito. — Tu.No.Me.Gritas.

— Déjame. — Gimió. — ¡Me estas lastimando!

Tae se paró junto a mí, sus ojos mostraban preocupación mientras veía la escena. — ¿Papá?

— Me importa una mierda. Quiero que tú y la mocosa se callen y entren al auto. —  Ella prácticamente le grito.

Park JiMin: Secuestrador 사랑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora