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                 • ¿hablarle? •

Alonso escuchó a su exelente y puntual alarma sonar. Esa que era tan peluda y andaba en cuatro patas. Boffy, su labrador color miel de apenas un año siempre era el encargado de despertarlo con esos lindos y a veces frustrantes ladridos. Y que no se malinterprete, Villal amaba a su mascota, pero levantarte tan repentinamente siempre traía consigo frustración.

Alonso trató de evitar lo ladridos de su peludo amigo, pero fue imposible cuando estos se convirtieron en lamidas y constantes golpes con su cola por la felicidad de saber que ese día de la semana era cuando su amado dueño lo sacaba a una mañanera caminata.

Como pudo, el ojiazul se levantó y fue hasta su baño, donde lavó su cara de mala gana y cepilló sus dientes.
Pasó a su armario, y ahí tomó una sudadera de una caricatura de hacía algunos años y puso un gorro color gris en su cabeza para evitar el frío. Dejó su pijama y sólo completó su atuendo con unas Vans negras.

Ató a Boffy con su correa y salió de su pequeño pero cómodo departamento.
Caminando llegaron al parque más cercano, donde Alonso tenía la confianza de dejar a su perro andar libremente por ahí.

El perro comenzó a correr al ser despojado de su correa gracias a su dueño, quien se sentó en una banca sin perder la vista de su mascota, hasta que la fuerte presencia de alguien en la banca frente a él la tomó por completo.

Llevaba ya una semana viéndolo todos los días, y aún así lo seguía sorprendiendo por el simple hecho de estar ahí.
Frotó sus manos para darse calor entre ellas y esa pregunta volvió a aparecer, ¿sería buena idea... hablarle?.

¿por qué juegas, Canela? - j.v.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora