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Lunes 6 AM.

Entrenamiento con Shepard.

Llego a la práctica media hora antes para cambiarme y luego salir al campo. El cielo estaba nublado, pero el entrenamiento se realizaba igual, aunque truene. Mis compañeros ya estaban afuera calentando e hidratandose, pero faltaba Bill y el número 27.

Trago saliva pensando lo que paso en el auto cine, en todo lo que me hizo sentir besarlo. En la noche lo pensé bastante, quitándome las horas de sueño, hasta que sonó el despertador y me tuve que marchar.

No quería que me pasara esto, que Beasley se metiera en mi piel como si fuera un cirujano. O que provoque que tenga ganas de acorralarlo contra la pared y besarlo.

A mi me gustan las mujeres, antes de que él llegara sentía cosas por la mejor amiga de Sunshine, y ahora lo único que pasa por mi mente son los malditos labios del número veintisiete.

—Hey Hamilton—Me llama Mercury, con la pelota en una mano y una botella de agua en otra—¿Puedes bajar a la tierra? Estamos por empezar a practicar hasta que Bill llegue.

—Si, pero debo ir a buscar mi casco.- Llevo la botella de Gatorade a mi boca.

—¿Estás bien?—Pregunta Timberg—
Te noto distraído, como si no estuvieras presente.

—Estoy bien—Afirmo, aunque con algo de duda que trato de ocultar.

Vuelvo a los vestidores para buscar mi casco, lo habia dejado junto a mis cosas. Al agarrarlo me volteo para irme, pero justo entraba Malcom con su bolso en manos y la mirada distraída, tanto así que no notó que estaba presente, hasta que decidí hablar.

—Hola...—El me mira unos segundos, pero no dice nada y camina hacia su taquilla—¿No me vas a saludar?

Silencio.

Me aclaro la garganta y lo observo como se cambia para poder entrenar. Su torso desnudo llama mi atención, haciendo que me muerda mi labio inferior. El lo nota, porque sonríe con descaro.

¿Asi que asi quieres jugar, Beasley?

Vamos a ver quién se quema primero con el fuego.

Me saco la camiseta lentamente, dejando al descubierto mis abdominales y un poco a la vista mi bóxer, ya que mi pantalon deportivo estaba un poco bajo.

El me recorre con la mirada y luego me observa con una intensidad que se la devuelvo, como si fuera una especie de batalla infinita. Por mi espalda ascendía una intensa necesidad de atraparlo con mis brazos y no soltarlo, se veia jodidamente bien.

—Esto está mal—Advierte él.

—¿Algo en ésta vida no lo está?

—Estamos perdiendo el control de la situacion.

—Yo estoy perdiendo el control cuando estás cerca—Confieso.

Me acerco lentamente, y esperaba que él retrocediera, pero sorpresivamente se acerca a mi.

—¿Qué es lo que estamos haciendo, Hamilton?

—No tengo una jodida idea, porque hasta lo que yo se, ambos somos heterosexuales, pero desde que pusiste un pie en Betland no hiciste más que desordenar mi orden y alterar mi control.

—Vos tampoco te quedaste quieto...— Traga saliva y acortamos más la distancia—Y ahora no me gustaria ponerme a hacer una lista de pros y contras de porque esto es correcto o no, solo quiero que me quites todo el oxígeno como sabes hacerlo.

Sin perder ni un segundo más, pongo mis manos en su cintura y lo atraigo a mi, sonriendo antes de capturar sus labios en un beso.

Sus brazos se dirigen a mi cuello y me rodea con ellos, acercándome más a él.

—Alguien puede entrar, alguno de los chicos o Bill.

Lo vuelvo a callar, porque en estos momentos no me importa eso. Atrapo su labio con mis dientes y lo suelto lentamente, provocando un jadeo de su parte, que rápidamente se olvida cuando él toma un poco el control de la situación.

Pero el error de esto, es que el control se nos va de las manos.

Solo pasan unos segundos para que perdiera la cordura estando cerca de Beasley. Lo estampe contra las taquillas y mis manos suben lentamente por sus abdominales marcados.

Pero la voz de Bill se escucha por todo el pasillo y nos trae a la realidad. Me separo de Malcom rápidamente, agarrando mi camiseta en el camino, la cual estaba en el piso. Escucho la risa de él y lo observo como si estuviera loco.

—¿Qué? Me da risa la situación.

—LO QUE ME DARÁ RISA A MI ES PATEAR TU TRASERO HASTA QUE LLEGUE AL CONTINENTE ASIATICO, BEASLEY—La voz del entrenador nos hace saltar del susto—ASÍ QUÉ SE ME VAN LOS DOS AHORA AL CAMPO.

Miro a Malcom de reojo y le sonrío, antes de agarrar mi casco y salir.

            

¡Muchas gracias a todos los que comentaron y me recomendaron que siga con la historia! Me alegra que les esté gustando hasta ahora

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¡Muchas gracias a todos los que comentaron y me recomendaron que siga con la historia! Me alegra que les esté gustando hasta ahora.

Les dejo con este tremendo capítulo, esto cada vez se prende más.

¡Nos leemos la proxima!

¡Nos leemos la proxima!

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Que nadie lo sepaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora