Capítulo 35

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Nota: Las frases en cursiva son pensamientos de Victor, que no llego a decir en palabras.

Victor apretó los ojos al sentir contacto con el cuerpo ajeno. Yuuri se había acercado a él para abrazarlo por la espalda, algo que siempre hacía, pero que está vez no le entregó una sensación de calidez, sino incomodidad.

-En tres semanas habré juntado el dinero suficiente para irnos, y vivir al menos un mes sin preocupaciones.

-¿De qué estás hablando, Yuuri?

-Es lo que habíamos planeado, comenzar una nueva vida, donde nadie nos conozca -Le dijo en susurro el japonés, acercándose a su oído, provocando que un escalofrío le recorriera- Si todo sale bien, pasaremos tu cumpleaños en nuestro nuevo hogar.

Las palabras de Yuuri eran tentadoras, algo que había esperado escuchar por mucho tiempo, pero una carga en él le impedía ser feliz.

-No puedo -Dijo con tristeza el menor- No puedo verte tres semanas con alguien más. -Victor se volteó para quedar de frente a Yuuri, le sujetó de las ropas, pero no se atrevió a verlo  a los ojos- No soporto verte con otra persona, sin pensar que es mi culpa, que no soy lo suficientemente bueno…

-Escúchame, Vicchan…

-¡Me siento sucio! -Alzó la voz el peliplata, con un grito desgarrador, apretando la ropa de Yuuri entre sus puños- ¡Me siento feo! ¡Un bueno para nada! ¡Me doy asco! Odio verme al espejo, odio estar solo, odio pensar que estás rodeado de gente genial, que te admira como yo, pero que tienen mucho más que entregarte…

-Vicchan… -Dijo el japonés, tomando el rostro del pequeño entre sus manos. Con cuidado le acarició la mejilla derecha con el pulgar, y quitó una solitaria lágrima que comenzaba a caer. Los ojos del ruso le miraron con timidez- Eres el único para mí… Me gustas. Desde el primer día, sólo te he mirado a ti.

El rostro de Victor se sonrojó enseguida, y un calor comenzó a apoderarse de su cuerpo, pero por alguna razón, aquellas palabras no pudieron llenar el vacío que había en su pecho. El menor se quedó en silencio un momento, para seguir exteriorizando sus miedos e inseguridades que le había atormentando las últimas semanas. ¿Qué pasaría con los estudios de Yuuri? ¿O con su trabajo? Lo que menos quería el ruso era convertirse en una carga, o peor aún, un obstáculo para que su senpai tuviera la vida que siempre deseó.

Yuuri le escuchó con atención y comprensión, ocasionalmente dejaba besos en la frente o mejillas del pequeño, además de acariciarlo y darle consuelo.

-Elegí estar a tu lado, Vicchan… ¿Qué eliges tú?

El ruso se quedó un momento en silencio.

-Quiero estar contigo…

Victor aceptó la propuesta del mayor, y se dejó besar. A pesar de hacerlo por voluntad propia, sentía que en realidad no tenía nada más que elegir, porque perder a Yuuri luego de todo lo que había perdido, era peor que estar muerto.

El japonés era el único destino que imaginaba, el único que podía sacarlo de aquella soledad, porque sólo él sabía hacerlo sentir querido, especial y necesitado. Por eso, y motivado por el fuerte miedo a ser dejado, aquella noche accedió beber y acostarse con él.

Victor aún no se sentía seguro de sí mismo, varias noches había soñado con un desconocido quien le violentaba y ultrajaba, sólo en algunas ocasiones podía distinguir su rostro. Había evitado pasar las noches junto a Yuuri por lo mismo, pero cada vez que lo hacía despertaba sintiendo cómo el japonés lo tocaba debajo de la ropa mientras dormía, a veces eran las piernas, otras su estómago, el recorrido podría ser su trasero o cerca de los genitales, nunca intentó propasarse y la mano del mayor paseaba despacio y con cuidado, siempre acompañado de un beso en su rostro o un abrazo, pero aquellos toques sin su consentimiento le hacían sentir ansioso y vulnerable, obligándose a fingir estar dormido a pesar de muchas veces querer salir corriendo.

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