3. Historias

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Narra Sebas

Mí nombre es Sebastián Urdiales. Tengo 17 años. Soy hijo de Aladdín y Jazmín.

Vivo en Agrabah, en el Palacio. Junto a mis padres.

No tengo mucho más que contar. Mis padres viven de viaje y yo estoy siempre solo. Nunca me llevan con ellos. Tampoco me cuentan que hacen en sus viajes, solo desaparecen, y cuando vuelven a aparecer traen algún obsequio.

Tampoco tenía amigos en Agrabah. Todos me consideraban un mimado, solo por ser el príncipe. Aunque yo odiaba que me llamarán así. La mayoría de las veces salía tapado a las calles para que no me reconocieran y me tratarán normal.

El tiempo pasa aquí en Agrabah, y yo siempre estoy aburrido. Jamás he ido más allá del bosque. Jamás he salido de la ciudad. Todo el resto del mundo, es desconocido para mí.

Rajah era mí único "amigo". Lo sé, era un tigre. ¿Cómo podía ser mí amigo?

Bueno, resulta que de alguna manera heredé la capacidad de hablar con los animales. Ellos me entendían y yo los entendía a ellos.

Mis padres sabían de mí "poder", pero nunca les importó demasiado.

A ver, para que quede claro. Yo sabía que ellos me amaban. Y yo los amaba a ellos. Pero no podía seguir viviendo de esa forma, eso no era vida. Necesitaba salir, explorar. Conocer gente nueva, distintas opciones. Necesitaba saber que quería. Y en Agrabah nunca lo descubriría.

—Sebastián, hijo. —Me llamó mí madre.

—¿Ajá...? —Respondí.

—Debemos irnos —La miré serio. Luego de unos segundos, asentí—. Volvemos en unos meses.

Me paralicé.

—¿¡Meses!? —Medio grité, levantándome de mí lugar— No pueden dejarme aquí solo durante meses.

—Hijo... —Empezó mí madre. Estaba triste— Debemos hacer este viaje, yo... Lo lamento, hijo.

Luego de decir eso, salió de mí habitación cerrando la puerta detrás de ella. Y dejándome solo, en la oscuridad de mis pensamientos con una sola cosa en mente. Salir de aquí.

No tardé ni un minuto en decidir lo que iba a hacer.

Agarré una mochila, en la que metí algo de comida y un poco de ropa, y salí del palacio por un pasadizo que había en mí habitación. Una vez abajo, me dirigí a los establos, y saqué a Rajah.

—Ven amigo. Hoy nos vamos de aquí. —Rajah me miró.

—¿Estás seguro? —Preguntó. Yo asentí— Bien, súbete.

Me subí encima suyo, me agarré bien y luego le susurré.

—Al bosque. —El empezó a correr a toda velocidad. Yo solo miraba para atrás, y con la vista me despedía de lo que había sido mí hogar, durante toda mí vida.

Narra Bestia

—Bien. ¿Hoy mismo debo hacerlo? —Pregunté. Sarah asintió.

—Ahora. Es muy importante que sea creíble —Dijo ella—. Escucha, una vez que estés allí debes permanecer cerca de la puerta. Yo te voy a sacar.

Asentí.

—Bien, manos a la obra. —Dije, y salí de su habitación.

Bajé a la sala común para encontrarme con mí madre.

—Mamá —La llamé—. Quiero irme hoy al reino de mí prometida.

Mí madre me miró sorprendida.

~Neverland~ DosogasTeamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora