Caía en el poso de vacío. Pero no era vacío cuando distinguías cables que colgaban de algún maravilloso lugar que ahora todos habían olvidado porque sus almas se volvieron corruptas. Se ensuciaron.
La oscuridad me abrazaba, es mi verdadera compañía. No me abandona incluso cuando no hay luz. Es un honorable ejemplo para aquellos que se dicen llamar amigos.
Realmente la oscuridad era como un manto lo suficientemente grande como para cubrir mi dolor. Dentro de esta caída libre me sentía como el verdadero yo. Lloraba. Las lágrimas caían conmigo, se sentía bien.
Incluso podía hablar conmigo, sin ser juzgado. Me sentía en paz cayendo. No estaba del todo solo, estaba conmigo mismo. O tal vez es sólo una idea a la que quiero aferrarme inútilmente para no querer morir aquí, cayendo.
El tiempo se siente débil pero es poderoso. Me encanta que puedo cambiar aún cuando me lo proponga.
Alguien me dijo que estoy en mi mejor momento, pero el mejor momento llega cuando así lo decides tú. No nadie más.
Mi mundo es éste. En donde caigo más profundo y cada vez más. Encuentro aves que me acompañan en mi camino, pero de pronto se alejan. Me gusta estar aquí. Es confortable. Espero jamás llegar al final.
Los cables parecen ramas de plantas que se elevan al cielo o quizás son simples cables que se hunden en la tierra.
Puedo ver burbujas al rededor mío. Algunos peces naranjas vuelan a mi alrededor luego de supervisar que no les haré daño. Crean círculos que al final se vuelven reguiletes de colores y crean una ola de viento que me empuja y hace que las flores vuelen a mi alrededor.
Al reír, burbujas de jabón salen de mi nariz y orejas. Son de color rosa pastel. Incluso algunas mariposas llegan y con sus alas tocan un poco de música que provoca tantas cosquillas en mi que vomito una gran cantidad de flores que se convierten en un rosal sin espinas. Las rosas son rojas al principio pero al final cambian a tantos colores que logra marearme y hace que gire sin control aún mientras caigo.
Veo mis manos y son de un color dorado luminoso debido a mis lágrimas que duelen. Respiro hondo y al suspirar, humo negro y cenizas salen de mi garganta, me asusto porque siento como una espada de fuego abre mi estómago y saca una caja musical que canta una melodía que mamá me cantaba cuando era niño antes de dormir. La caja de música se prende en fuego y un sonido distorsionado y desgarrador sale de ella, es como un grito desesperado, lleno de dolor. La caja sale volando junto con la espada aún con ese sonido. Y una bailarina sale de mis entrañas para besarme y decirme alguna frase que no entiendo porque habla en italiano. Hace una vuelta en el aire y desaparece en una estela de humo verde.
Hay pingüinos a mi alrededor mientras entonan otra melodía muy pegajosa, tiene tanto ritmo que no puedo parar de bailar con una mujer que es realmente delgada. Sus cabellos están hechos de lava. Alguien me da una patada y caigo en picada hasta quedar atrapado en una burbuja gigante. Todo da vueltas y es de colores llamativos, fosforescentes. Un cactus parlante me llama y dice "Cuarenta y dos" no le creo y comienzo a girar dentro de la burbuja hasta llegar al fondo del poso oscuro, donde los cables muestran focos de luz. Alumbran todo. Al aterrizar en una capa de arena de mar distingo que estamos bajo el agua. La burbuja explota dejando miles de caballitos de mar a mi alrededor. Puedo respirar aquí sin necesidad de un beso.
En frente mío hay un pequeño cofre, lo tomó en mis manos y es color rojo-cereza tenue y desgastado. Lo abro y una sirena sale a besar mi frente y decirme "Bonsoir. Je t'aime." ella esta hecha por el agua. Su mano es cálida y se posa en mi mejilla izquierda, cuando intento abrazarla ella se esfuma. Cierro los ojos y al abrirlos notó que estoy frente al espejo de mi habitación, con los brazos abiertos. Afuera esta nublado pero la luz aun así logra entrar por la ventana. Todo está en orden.
Todo está bien.
26052018