La oscuridad puede llegar a ser terrible.
Se disfraza de un manto que te acompaña cuando la luz se va y te abraza, tan fuerte que puede llegar a asfixiarte.
La oscuridad siempre tratará de llevarte a esa parte de tu mente en donde todo confuso y pesado. Donde la negatividad abunda y se desata con el más mínimo comentario para los inseguros.
Es un monstruo.
Te carcome en los huesos, tal como una enfermedad.
Duele como si te inyectaras veneno y éste escurre por tus ojos cuando intentas dormir.
La oscuridad tiende a aparecer en la noche para quienes tienen insomnio, pero realmente esta puede existir en cualquier lugar, en cualquier hora, en cualquier persona. La oscuridad no define géneros ni razas. Ésta se apodera de su victima tan fácil como sea necesario.
Aparece en una sala solitaria, en silencio e incluso entre un tumulto de personas.
Es desesperante y acelera el proceso de querer morir.
No importa cuanto ruegues por ayuda. Ella permanece esperando el mas mínimo descuido para ahogarte en el profundo mar de pensamientos.
Se expande como una masa negra y pegajosa por todo tu ser. Te quita las energías hasta la muerte.
La cura no existe sólo si te has enamorado de ella, pero puede variar: con dosis de personas que te hagan sentir importante, música, un sueño o metas, tu mascota, etc.
Incluso la cosa más pequeña que te saque de ese mar funciona.
Aférrate a ello.
Pero por favor, no caigas de nuevo. No te sientas solo. Busca la solución.
Mantente vivo.
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