Noche. Esa palabra tan siniestra que esconde tanto y poco. Una palabra poética, sensual y con sentimientos de desolación, confusión y tristeza. Tan viva como tan muerta. O viceversa.
Es la única que acompaña a las malas pesadillas, los crímenes bien planeados y al fugitivo.
La luna, fiel cómplice, se muestra resplandeciente y poderosa, casi como si esa luz que refleja fuera propia. Las estrellas, que son tan mágicas y fingidas, adornan el manto oscuro que parece agradable. Tan sucio, tan profundo, un lugar en qué perderse y perder la cabeza.
Tal como se sentía Ruth en ese preciso instante, describiendo lo que veía, sentada en el borde del balcón, detrás de ella la estruendosa música llenaba los oídos de quienes se encontraban dentro del lugar e incluso los que no se encontraban ahí. El humo de los incontables cigarrillos danzaba y se desvanecía de una forma muy parecida a toda la multitud ahí dentro.El aroma se impregnaba en las prendas y probablemente en los huesos, cerca de tocar el alma, casi como todos los recuerdos que hacian a los jovenes embriagarse en su hediondo sabor a humo muerto.
El humo incluso se paseaba entre los besos que eran más estruendosos que la misma música. Que llenaban de forma superficial las almas vacías. Corrompidas. Sucias.
Ruth pensaba que todos se veían realmente corrompidos: sus rostros reflejaban sonrisas, pero si miraba a sus ojos, notaba tristeza, vacío, un dolor muy grande e incurable. Incluso se preguntó si en verdad esos eran humanos o simples envases de carne y hueso con caras bonitas, llenos de mierda.
Sintió asco al pensar que ella lucía así, aunque realmente siempre sentía asco de sí y prefería ignorar el tema.
Dio otra calada a su cigarrillo y siguió observando a la multitud.
Los bailes desenfrenados, las carcajadas sin versos ni melodía, los coros desafinados, el olor a perdición, tan mezclados, tan unidos y pesados. La poca luz en el lugar le daba otro toque, algo bastante lúgubre. Como algo prejuicioso.
Ella, a "diferencia" de los demás, prefería fumar en un lugar abierto, pues le parecía estupido hacer que el humo se encierre y de todas formas deba respirarlo más tarde. Aunque era una estupidez, pues aunque tratase de ser educada no funcionaba estando en ese sitio.
Quizás esa era una excusa para alejarse de sus amistades destructivas. Una excusa para dejar descansar a su mandíbula y mejillas que estaban cansadas de tanto forzar una sonrisa tan fingida como su personalidad completa.
Toda ella era tan falsa, tan vacía, sin proposito alguno. Una carga, una desdicha. Y lo peor era que aún así tenía la esperanza de ser algo mejor cuando era tan mediocre, que no se permitía pensar en ello.
Tomo asiento cerca del balcón, no quería alejarse pues le parecía demasiado agradable el lugar -Si es que agradable se refiere también como algo "calido"-. Tomó un trago de lo que contenía su vaso, que sinceramente no sabía que era, pero no le importaba en lo más mínimo, no le importaba nada. Sólo si se tratase de encontrar un proposito en su vida.
Con demasiada decisión se acercó corriendo a las vallas que daban protección en ese balcón, casi como un impulso, parecía que se lanzaría; pero realmente no fue así, simplemente antes de hacerlo se arrepintió, pensó en lo mucho que extrañaría a la luna y ese manto oscuro cubierto de estrellas. Ese manjar exquisito que era dormir luego de una semana pesada. Y sus esperanzas de ser alguien mejor.
Lo unico que atinó a hacer fue vomitar.
Vómito todos sus sueños, todas sus creencias, vómito hasta que quedó más vacía de lo que ya estaba.
Relamente nadie sabía qué le estaba pasando, de hecho nadie se percataba de nada, cada quien estaba hundido en su miseria, en su religión.
Pasó un tiempo recargada en las vallas, hasta que sus piernas flanquearon y termino en el piso de ese mismo balcón que le parecía tan agradable, tan cálido.
Cálido era una palabra que tenía color, sentido y forma.
Tenía color rojo, amarillo, rosa e incluso magenta, naranja y color bordó. Su sentido era tan maravilloso, tan caótico, sin él la gente se muere o si no, se mata. Un concepto clave es la transmisión. Su forma tiene variantes, pero realmente las hay: desde personas hasta balcones. Desde sonrisas hasta hogares.
Pensó entonces que "cálido" era una palabra hermosa, e incluso imagino llegar a ser algo a tal nivel de "cálido". Fue entonces cuando sonrió, definitivamente le encantaba esa idea.
Se propuso comenzar a ser una persona cálida, aunque muy en el fondo sabía que, para una persona como ella, eso era completamente imposible.
Una persona tan mediocre y conformista no podía simplemente ser cálida.
De inmediato se puso de pie y caminó hacia la multitud, que se había tornado a un mar inmenso con olas estridentes que chocaban en el alma, haciendola desfallecer y tambalearse por instantes. Hizo un sobre esfuerzo humano para llegar a la puerta de salida y huir de ahí.
Tropezó muchas veces pero lo consiguió.
Corrió mientras pensaba demasiado. Se aferraba a no querer llorar.
No llorar
No llorar
No llorarSe repetía en su cabeza mientras esta daba vueltas en otra dimensión.
En ningún momento supo hacia dónde estaba caminando.
El llanto se aferraba en sus ojos, tan fuerte que le dolían y su vista se nublaba por momentos.
"No doy asco, estoy bien. Sólo debo respirar y calmarme, todo está bien. Todo está bien. Todo está bien. "
Nada estaba bien.
Comenzó a reírse para evitar su llanto, reír de una manera muy fuerte, rio tanto hasta que el llanto se soltó desenfrenadamente y las lágrimas ya no se podían contener más.
Decidió dirigirse a su casa. Sin ánimos de vivir como hace años. No recordaba el último día en el que creyó que toda su vida estaba correcta, sin errores.
Subió por el ascensor con una mirada indiferente y pérdida hacia su departamento, que al igual que ella, era un completo basurero. Se tiro en la cama y deseó que todo se solucionara como debía solucionarse.
Se quedó mirando hacia la ventana que estaba a un lado de su lecho. Pensó de nuevo en la palabra "noche".
Noche le sonaba a algo melancólico, algo tan subjetivo y objetivo.
Algo que sabía a cigarrillos.
Algo con un sabor bastante peculiar, seco. Dulce y amargo.Comúnmente no podía dormir, la culpa se apoderaba de su mente justo en esos momentos de insomnio. Miraba al techo de su habitación y se preguntaba cuán grande podría ser su propósito. Si alguna vez su madre la perdonaría por haber arruinado toda su vida. Si de verdad le dijo un último "te amo" a su padre antes de que muriese. Se preguntaba incluso cómo estaría la ultima persona a la que amó.
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