Entre las cosas aterradoras que existen a mí alrededor, veo tu mirada como la luz de mi salvación, dentro de esta injusta realidad que no me suelta ni me deja respirar con sus caricias desgarradoras y sonrisas vengativas. Tú, amor mio, me salvas de quienes realmente podemos ser los desalmados, crueles desquiciados que adoramos a nuestro propio ser, quien es nada y todas las estrellas del universo muertas al mismo tiempo. Tan insignificantes y poderosos en cada mínimo suspiro; con cada lento respiro. Con cada aliento perdido y quemando en llamas por cada que grita y susurra las palabras prohibidas de: Te amo. Temiendo de los prejuicios, complejos y contradicciones, paradojas y desacuerdos. Muriendo lentamente en cada oportunidad llena de depresión y algo más allá del dulce deseo de la muerte. La vida misma, tan compleja y aburrida, cobra sentido por ligeros trozos de segundos cuando tus cálidos labios callan todos los pensamientos presentes con sólo rozar los míos en un intento de sentir algo más que dolor.