"Intruso."

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Ya nada importa. Arrodillada en mi cama, abrazando mis piernas y escondiendo mi rostro entre mis brazos, habían pasado 2 horas, o quizás más. Quizás menos.

Mamá y papá ya habían ido a acostarse, pude escuchar sus ligeros llantos y sus pisadas hacia su habitación debido al ruido que hacía el peso de sus pies, gracias a la madera hueca y, por si fuera poco, gracias a los chirridos que soltaba. Todo en este sitio ahora es tan espeluznante. Mi casa ya no se siente como mi casa. Se fue la sensación de protección que este sitio me podía brindar. Tan sólo espero que mi hermano esté bien, que no pase frío, que no pase hambre, que pueda descansar, que esté vivo. . .

Me recosté en mi cama, poniéndome las mantas encima.

No puedo dormir.

Me levanté y me quedé atisbando la luz de la luna por unos minutos, no importa la situación, la luna siempre me tranquiliza. Esta vez, extrañamente, no era la excepción.

Luego de que las lágrimas cayeran por mis mejillas rosadas, a pesar de que no tenga expresión alguna, me recosté de nuevo, poniéndome la almohada sobre la cabeza. Me coloqué boca abajo. Y justo cuando estaba conciliando el sueño, empecé a oír crujidos. Sí, crujidos. un Track, track incesante. Como si se estuviesen rompiendo huesos. Un escalofrío recorrió mi espalda.

No quiero morir. Eso fue lo primero que pensé. No, nada de "¿Qué es eso?" ni alguna otra cosa normal. Antes de levantar la vista, un miserable "No quiero morir" fue lo que me vino a la mente. Con casi toda la valentía que tengo, me saqué la almohada de encima y miré hacia adelante. Mi valentía salió corriendo. . . ¡Maldita, regresa!

Bajo los preciosos reflejos de la azulada luna, una silueta se reflejaba cubierta por el manto celeste. Unos pasos adelante me permitieron vislumbrarla mejor. Era un chico, con una capucha y unos. . . ¿Lentes? amarillos. También portaba un barbijo negro y sonrisa gris. Le quedaban bien. Aunque recuerdo haber visto eso antes, en el colegio, por ejemplo. Luego también tenía un. . . Hacha. . .

A pesar de estarlo describiendo tan tranquilamente, me había quedado congelada. Estaba en shock, ésta era la primera vez que me pasa. Se sentía horrible. Era miedo real.

Sentía que no podía parar de temblar, que estaba recorriéndome un sudor frío por todo el cuerpo y que simplemente no reaccionaba.

No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, me va a asesinar, me va a asesinar, me va a asesinar, no no no no no no no no no no no no no no no.

Mi mente estaba descontrolada. No podía, por más que quisiera, mantener la calma.
La persona de cabello castaño se acercó a mí, tenía tics por todo el cuerpo. Y el sonido de huesos crujiendo me inquietaba.
Llevó el dedo índice a su boca, y me dijo Shhh. . .

Yo simplemente dejé que mi cuerpo hiciese lo que quiera, y me llevé las dos manos a la boca, tapándola, y asentí lentamente.

Al parecer el señor asesino no está acostumbrado a que sus víctimas hagan eso, ya que se quedó mirándome unos segundos y podría jurar que arqueaba una ceja. En ese momento de confusión, y ahora sí, con todo el coraje del mundo, saqué fuerzas para levantarme y pegarle una patada al hacha que tenía en la mano, la cual salió disparada hacia el otro lado de la habitación.

Él se giró hacia el hacha por simple acto reflejo, y aproveché ese momento para quitarle los lentes, levanté con fuerza la palma de mi mano hacia arriba, haciendo que se enganchen sus lentes en mis dedos y por consecuente salieron volando hacia atrás mío. Lo único que faltaba para poder reportarlo a la policía fue quitarle el barbijo. Ese directamente lo tomé y lo bajé, haciendo que quedara en su cuello, arrugado.

Track, track... ¡Oh, no! Ese crujido otra vez. |Ticci Toby × Reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora