"La visita del lobo hambriento."

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La cena de hoy fue destacablemente silenciosa. Casi que podía escuchar la sangre que fluye por mis venas, era bastante incómodo. Pero tampoco podíamos hacer como que nada estaba pasando. Por lo cual, me limité a masticar más de lo que podía tragar, hasta dejar el plato vacío y a continuación, ponerlo en el fregadero. Mis padres se tiraban miraditas inquisivas, y creo que la razón por la que su conversación quedó suspendida, fue por mí. Me hice la tonta y subí rápidamente las escaleras, despidiéndome de ellos con un movimiento de cabeza y una sonrisa. Espero que no se haya notado lo falsa.

Subí a toda prisa. Debía tomar una ducha.

Y sobre todo, debía ignorar y despejar mis inmensas ganas de oír la charla de papá y mamá.

Fui a mi cuarto, tomé una toalla, ropa, desodorante, peine, cremas para la cara, crema para el cuerpo, aceite desenredante, etc. Ya saben, lo que una chica necesita.

Me metí a la ducha relajadamente luego de haber colocado todos mis objetos de aseo ordenadamente sobre un pequeño estante. Y mientras revolvía mi cabello para retirarle toda la suciedad acumulada, mi mente viajó inesperadamente en el tiempo, y comenzó a divagar entre las escenas de Toby encima de mí, o su sonrisa divertida, o su nariz roja.

- AHH, ¿QUÉ ME PASA? -

Luego de darme cuenta del nivel de... wtf que tiene lo que acabo de pensar, tapé mi cara, avergonzada.

- ¿Qué fue eso? - Dije, mientras me abrazaba a mí misma, consternada.

¡Ah, basta! No es tiempo de pensar en tonterías, o mi cabello me repudiará por estar sobre-cargándolo de agua.

Abrí un poco más la llave de agua caliente, y disfruté de las semi hirvientes gotas cayendo sobre mi piel. Pero cuando el cerebro se encapricha con algo, no parará. Como esas dudas existenciales que debes consultar con la almohada cada noche. Por lo que, mientras enjabonaba mi cuerpo desnudo, mi inconsciente seguía disfrutando del encuentro de esta noche. Agh.

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.

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Mientras tambolireaba con los dedos el contenedor de exfoliante que me aplicaba, golpearon la puerta del baño.

- Cariño, ¿estás ahí? - Era mamá.

- ¿Qué sucede, má? -

- Tu padre y yo nos vamos a dormir, ¿vale? Hay sobras de la cena en el refri. Cualquier cosa avísame. -

- Ehra bien, renas nohes. - Pude decir, puesto que me cepillaba los dientes y eso obstruía mi pronunciación.

Oí la risa de mi madre del otro lado de la puerta, y a continuación oí un portazo que me indicaba que había cerrado la puerta de su habitación, por ende, ya se irían a dormir. O no, pero no es asunto mío y prefiero no hablar de las... travesuras, de mi padres. Ejem.

Luego de terminar de asearme, dejé todos los productos en el baño para tenerlos al alcance el día siguiente, ya que tenía pensado ir a la plaza comercial a merodear por ahí, y la onda era aparentar ser cool y bella. Todos ocultamos y aparentamos ser lo que no somos.

En fin, tomé la toalla y la envolví alrededor de mi cuerpo, y luego salí del baño para entrar a mi habitación. Me aseguré de ponerle pestillo a la puerta por si acaso. Aunque si llega a entrar un homicida a mi cuarto, quizás no sea lo ideal. Pero prefiero mil veces que me mate a que mi madre encuentre que tengo un chico en mi cuarto. Ay la pobre, no me quiero ni imaginar lo que sucedería si eso pasara. Mientras pensaba en el infarto que le agarraría a mamá si viera a Toby, tomé la ropa interior que había dejado sobre mi cama y me la puse, seguida del vestido azul marino súper bonito que utilizo para dormir. Aunque en realidad es más como un camisón viejo de tirantes, y por eso no me dejan usarlo para salir, pero sigo opinando que es como un vestido muy mono.

Track, track... ¡Oh, no! Ese crujido otra vez. |Ticci Toby × Reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora