"No te dejes engañar por el lobo, caperucita."

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La clase estaba empezando a aburrirme. Estaba garabateando mi cuaderno de apuntes, pero, sigo aburriéndome.
Me giré hacia Wendy y Sammy, mis mejores amigas, ellas estaban aburridas también. Wendy estaba usando el teléfono celular por debajo de la mesa, ya que el compañero obeso de adelante la cubría, y Sammy simplemente boceteaba. O eso logro ver desde aquí.

Arranqué una hija de mi cuaderno, le escribí y se la lancé a Sammy formada una bola, le dio en la cabeza.

— Pff. — Me tapé la boca para evitar reír. Ella me miró entrecerrando los ojos y abrió el papel.

qué haces?? :p

ella me miró y sonrió. Nos salvé a ella y a mi al mismo tiempo de la aburrida clase del señor McCough, alias cabeza de bola de boliche.

me lanzó el papel de vuelta.

qué haces?? :p

pues nada, estoy aburridaaaa y tú? por cierto, mira como brilla la cabeza de el profe X'D

Los rayos de sol que entraban entre los espacios de la persiana media abierta le iluminaban la cabeza y le resplandecía. Dios, estoy a punto de morir.

— Pff, kgh. . . Jaja. . . Pff. — parecía que me iba a morir de la risa y mi compañero de banco me miró raro. Le dije y comenzó a reír. Nunca nos hablamos mucho pero él siempre tuvo una bella sonrisa. Siempre parece que lo quiero besar porque cuando ríe no paro de verle la boca. Pero en serio que tiene una bella sonrisa, y una bella risa también.

En seguida todos comenzamos a reír por lo bajo debido a que alguien esparció el chiste de la calva del profesor. Sammy y yo moríamos de risa y Wendy nos miraba negando con la cabeza. Seguimos así diciendo tonterías por papelitos, hasta que, ¡BOOM! Sonó el timbre y antes de que el profesor pudiese darnos tarea, todos salimos corriendo como si fuese estampida de toros.

— JAJA, DIOS. Estuve a punto de explotar de risa ahí adentro, como tipo, ¡KABOOM! ¡Jajajaja! — Las 3 reíamos al unísono por lo que recitó Sammy.

— No sé porqué tenía la ligera sospecha de que alguien traviesa había sido. — Wendy le pegó un codazo a Sammy y ella sonrió ruborizada.

Hace mucho tiempo finjo que no sé que mis 2 mejores amigas se gustan. Ellas tampoco lo saben, o piensan que la otra no sabe. Pero es muy notorio, y la verdad hacen una bonita pareja. Me gustaría verlas juntas, pero son muy tímidas. Algún día las emborracharé y haré que se besen, muajajajaja.

Pero por ahora estoy muy cómoda.

Además, este colegio es muy abierto de mente, sorprendentemente.
He oído de colegios en los que a veces con tan sólo ser chico y llevar una camisa rosada ya te están golpeando, insultando y acusando de gay reprimido. Me siento afortunada cuando oigo sobre estas desgracias.

Al llegar me compré un licuado de banana con chocolate blanco y una oblea clavada. Muy saludable no es, lo sé, pero el sándwich que mi madre me preparó ya cumple esa función.

Charlamos sobre nuestras tonterías, y vino Alexy a almorzar con nosotras. Se sentó encima de Wendy y ella y Sammy se le abalanzaron.

— ¡Hooola, hombrecito! Cuanto creciste. Mira qué cosita tan tierna, aww. — Decía Sammy como si le hablara a un cachorro.

— Pero mira a éste niño tan bonito. Cosita, me lo como entero a besos. — Decía Wendy mientras besaba las mejillas de mi hermano.

— ¡Ja! Lo miman en exceso, no es para tanto. — Alexy me sacó la lengua y siguió haciéndose el bobo con mis hermanas. Maldito mocoso aprovechado.

— ¿Se puede mimar en exceso a este pequeñín? Pero si parece un santo, es muy tierno. — Sammy le estiraba las mejillas a Alex de manera suave, mientras él cerraba los ojos disfrutando.

Así todo el almuerzo, hasta que llegó la hora de ir a clase. Él se despidió de nosotras con un beso en la mejilla, al momento de dárselo a mis amigas y salir corriendo ellas empezaron a chillar diciendo que era tierno. Si tan sólo pudiera saber cuándo planea una maldad. lo grabaría y adiós a éste espectáculo, maldito enano.

El día transcurrió con normalidad, me despedí de las chicas y esperé a mi hermano para que podamos irnos. Él sale un poquito más tarde que yo, porque está en la etapa de “¿Quién robó los $5 de Juanito? ¡Hasta que no los encontremos, no salen! ”

Maldito Juanito y sus benditos $5.

El chico de la sonrisa me vio afuera esperando y me saludó.

—Hasta mañana, ___. — Y él siempre fue un muchacho con buenos modales en general, así que me dio un beso en la mejilla para despedirse.

— Hasta mañana, Alan. — No sé ni como recordé su nombre en ese momento.

Mientras babeaba por esa jodida sonrisa, mi hermanito salió disparado hacia mi, y se sentó en el asiento de atrás.

— ¿Casco de seguridad? — Pregunté.

— ¡Listo! — Respondió.

— Entonces adelante, pequeño. — Y comencé a pedalear.

Admiraba el paisaje y me sumergía en mis pensamientos, como siempre. Pero, de repente, comencé a sentir ganas de vomitar, me dolía la cabeza y casi me caigo de la bicicleta. Mi hermanito la frenó y me bajó con cuidado.

— ¿___? ¿Estás bien? — Preguntó, preocupado por mi estado.

— S-sí. Tranquilo. Tú. . . ¿Podrías pedalear por mí? — Le dije con pesadez.

— Claro, yo casi nunca pedaleo, así que no hay problema. — Me dijo. Asentí con la cabeza en un gesto de agradecimiento.

Soy un fracaso como hermana. Dejar a mi pobre retoño de 8 años pedalear una bicicleta que lleva a una chica de 16, mira que hay que ser inútil.

¿Pero por qué de repente me siento mareada? ¿Me estará por bajar la regla? No, si fuese eso también me dolería el estómago, siempre me pasa eso.
¿Estaré enferma? Es raro que sólo me haya dolido unos segundos en la mañana, en todo el día me haya sentido bien y de repente cuando volvemos me vuelvo a sentir mal. Quizás el hecho de haber tomado un simple café sin nada más me haya mareado. Como sea.

Ayudé a mi hermanito un poco a movernos con los pedales del asiento trasero. Aunque no nos movíamos lento, como yo esperaba. Mi hermanito será fuerte. Avanzábamos rápido y yo tengo confianza total en Alexy. Por lo que iba mirando el bosque. Creo que ya estaba delirando por la posible fiebre, pero veía siluetas moverse por el bosque. Una tenía el cabello oscuro y la cara pálida, era muy blanca, como una máscara. La otra no la vi muy bien, sólo distinguí el color amarillo en la silueta humana, y el último estaba. . . ¿Temblando? No lo sé, pero enseguida paró de hacerlo y lo pude ver bien, tenía capucha.

¿No era que todos tenemos prohibida la entrada? ¿Por qué esos chicos se adentraron al bosque? Quizás se perdieron. Pobres, aunque hay tantos guardias que no me cabe duda de que tarde o temprano se toparán con alguno. Entonces no me preocupa demasiado.

Al llegar, estaban papá y mamá ahí. Buenas noticias, ¡Fueron ascendidos! Y pasarán ésta tarde aquí, en casa. No puedo creerlo, los veo tan poco que hay veces en las que, por más increíble que suene, me llego a olvidar de sus voces o rostros. Iremos a pasear al campo de flores que hay a unos cuantos metros más adelante, qué emoción.

Track, track... ¡Oh, no! Ese crujido otra vez. |Ticci Toby × Reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora