"El cazador."

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Todos tenemos días con sentimentalismos intermitentes. A veces, te encuentras a ti mismo sumamente inestable. Sensible. Otros días, la frialdad y raciocinio lógico con el que tratas a los demás, es comparable al frío del antártico. Días buenos, y malos. En mi caso, soy algo extremista en este sentido. A veces, mi presencia frente a los informes policiales, quienes se aparecen con habladurías, solo para sentenciar un "seguiremos buscando" al final, es seria, formal. Casi sofisticada. Pero, otras veces, paso horas y horas llorando en mi almohada, con pestillo en la puerta y las cortinas de mi ventana, cerradas.

Hoy es uno de esos días. Al pensar en Alex, me introduzco a mí misma en una tristeza profunda que no hace más que sofocarme y sumirme en histeria. Pero es algo que mantengo oculto, no quiero generar más problemas a mis padres. No quiero generar más problemas a Toby. Todos tienen inconvenientes, y no quiero convertirme en uno de ellos. Desgraciadamente, Toby se me adelantó, antes de que pudiese siquiera trabar mi puerta, él ya se había colado en mi casa. Así que, aquí estamos. Juntos, y llevamos una hora metidos en mi cuarto, pasando el tiempo y tonteando.

—¡Te estoy diciendo que yo no fui! —Exclamó Toby, frunciendo la nariz. Se encontraba recostado en mi cama, boca arriba. 

—¿Y quién fue entonces? ¡Mis padres se pasan prácticamente todo el día en la comisaría! —Refuté, intentando mantener la compostura ante su linda expresión. 

—Yo qué voy a saber, ¡quizás fuiste tú! —Apuntó hacia mí, rozando su dedo con la punta de mi nariz. 

—¡¿Pero cómo esperas que me coma un tarro ENTERO de galletas yo sola?! —Aparté su dedo acusador. 

—Porque eres una golosa. —Pronunció con un tono ronco y sonrisa ladina, para luego jalar mi brazo, y posicionarme junto a él. 

Suspiré pesadamente, a pesar de que encontraba el cariño de Toby reconfortante, no lograba despejar mi nube de negatividad. Al parecer, él notó que estaba algo ausente.

—¿Qué sucede, golosa? Has estado actuando distante. Vas a romper mi corazoncito si continúas ignorándome. —Musitó con un gesto de tristeza, mientras me rodeaba con un brazo.

—No es nada... —Susurré, pensativa. Su gesto me enternecía. Aunque unos segundos después, recordé lo de las galletas. Lo observé con mis ojos entrecerrados. —Oh no, señorito. No te saldrás con la tuya. Sigo molesta por mis galletas. —Me levanté, y salí del cuarto rumbo a la cocina, pretendiendo estar ofendida.

Él salió detrás de mí como un perrito faldero. 

—Oh, ¡vamos! no te enojes conmigo... —Intentó persuadirme con su comportamiento empalagoso. 

—No me convencerás hoy, cachorro. —Traté de mofarme de su actitud. 

—Oh, claro. Soy un cachorro en celo. —Se rió y escuché sus pasos acercándose velozmente hacia mí, divertido. 

Estaba tan nerviosa que mi manera de bajar la escaleras era comparable a un suicidio. En serio, Toby algún día me matará, si sigue fastidiando así cuando bajo las escaleras. Irónicamente. 


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Dábamos un paseo, luego de haber terminado nuestra "discusión", con las manos entrelazadas. Asimilándonos, antinaturalmente, al estereotipo de "tortolitos". Aunque no habíamos iniciado un noviazgo oficialmente, era claramente notorio que nuestra amistad había escalado hacia algo más. Me apegué a su brazo, con la cabeza baja, mostrando un inusual lado de mí. Uno dependiente. Pero Toby era el pilar que me sostenía en esos momentos, mi soporte.

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⏰ Última actualización: Jul 14, 2020 ⏰

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Track, track... ¡Oh, no! Ese crujido otra vez. |Ticci Toby × Reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora