Últimos Días de Luz

Capítulo 8 : Sálvanos

—Jake, Bryan vengan —gritó repetidamente Daneisha apresurada—. Llévenlo a mi automóvil no tenemos mucho tiempo —dijo cuándo los hombres llegaron a su lado.

Daniel recibió dos detonaciones, una en su estómago y la otra en el hombro, estaba inconsciente, había perdido mucha sangre.

La bala que entró por su hombro tenía un orificio de salida en la espalda pero la bala del estómago no tuvo la misma suerte, debía estar prisionera de algún órgano que la retenía para que el hombre pudiera sobrevivir.

—Yo voy con ustedes —exigió Francheska.

—Como quieras, Jake y Bryan también vendrán, apresúrense.

Ambos se acercaron al cuerpo de Daniel, se lo cargaron al hombro y en una combinación de rapidez, ligereza e inteligencia lo llevaron fuera.

Al pasar por donde el resto se encontraba, Claudia quedó paralizada, su estómago se retorció de dolor, ver a su amigo, era demasiado para ella. El chico que la había encontrado aquella noche lluviosa casi muerta en un callejón, estaba de la misma manera o incluso peor ahora, su ropa estaba teñida casi en su totalidad con un color rojo profundo que se opacaba con algunos colores oscuros de las prendas.

De repente un grito de dolor, casi un sollozo les puso los pelos de punta a todos en el Blue, era Daniel que había despertado, o eso parecía, producto de un mal movimiento de Bryan.

—Déjenme, suéltenme, maldición duele —gritó Dan.

— ¡Cuidado! —aulló Amy señalándolos.

—Tranquilo cariño, es por tu bien —dijo Daneisha rosando con los dedos la mejilla transpirada de Daniel—. Llévenlo con cuidado, e intenten que siga despierto ahora.

Los dos hombres asintieron y continuaron.

—Aguanta hermano —le rogó Jake antes de subirlo al automóvil

Daniel no dijo palabra solo veía el suelo casi volviendo a los brazos de Morfeo para poder así descansar para siempre.

— ¡Vamos! Daniel no tiene todo el día —repetía Francheska mientras subían al automóvil.

—Tranquila, todo estamos igual de tensos, no empeores la situación —interfirió Daneisha.

Al estar todos dentro del automóvil partieron directo al hospital, debían mantener vivo a su amigo.

La esperanza no podía morir así, no de esa manera.

No ahora.

Cerca del hospital de rehabilitación donde se encontraba Addison:

—Debes ir más despacio —insistía Peter con las manos sujetas alrededor de la cadera de Scarlett.

—Aguanta un poco más, falta poco.

Y así fue, en menos de un minuto se encontraron frente a la gran estructura de concreto. Había policías por doquier, civiles afuera y doctores explicando lo sucedido en la entrada.

—Acomoda la motocicleta, iré a ver qué pasa —dijo Scarlett al detenerla y separarse de ella con la velocidad de un rayo.

Scarlett corrió a la entrada principal, esquivó los policías que le impedían entrar, buscó y preguntó por el doctor que atendía a Addison pero este había sido asesinado por una desconocida.

—Y la chica de esa habitación —preguntó ansiosa Scarlett señalando el lugar al que se refería.

La enfermera la miró en silencio.