I. The day we met

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Cuando Cáncer abre los ojos no tarda en sentir el cuerpo tensionado, pesado y en algunas partes hasta adolorido, en clara consecuencia de haber estado durmiendo un tiempo /considerable/ sobre el duro y nada confortable suelo. Parpadea con lentitud, pausado y dejando que sus ojos se acostumbren a la luz solar que por una ventana entra, ¿qué hora es?, se pregunta, ¿las 3 de la tarde? No sabe por qué, pero le da esa impresión. Su vista deja de sentirse nublada, así que con paciencia se incorpora lo suficiente como para terminar de rodillas; su diestra talla con suavidad contra uno de sus ojos cerrados, y mantiene la cabeza gacha. Se siente somnoliento, lento, aturdido. Fue una larga, larga siesta.

—¿Despertaste, pelirrojo?

Es la pregunta escuchada que finalmente lo hace elevar la testa, repentinamente alerta. Cáncer entonces elige estudiar su alrededor con rapidez y con un semblante que muestra su clara desorientación. Pizarrón, pupitres amontonados en los rincones y once jóvenes más, aparte de él, que esparcidos por la habitación lo admiran con interés o simplemente lo ignoran; también hay algunos dormidos.

Se fija entonces que el lugar resulta ser el aula de una escuela, que no, no conoce.

—¿Qué hago aquí?

Es la pregunta que de sus labios escapa, sin siquiera darse cuenta.

—¡Ja! Te lo dije, dame los cinco dólares que me debes.

—Idiota, te dije que no tengo dinero, nadie aquí lo tiene.

—Jo, bueno, ¿algo más que traigas contigo?

—Nada de nada.

Cáncer parpadea, confundido. Ambos orbes verdosos están enfocados en la pequeña discusión que aquellos jóvenes desconocidos comparten, sentados en el suelo cerca de él.

—¿Qué? —Cuestiona.

—Oh, es que hicimos una apuesta, que qué era lo primero que dirías, "¿qué hago aquí?" o "¿quiénes son ustedes?", esta vez gané. —Explica el joven de cabellos ondulados, mientras una sonrisa llena de gallardía natural se dibuja en su tierna tez. Tiene una curita de colores pegada en el puente de su nariz dándole un aire a niño travieso, también tiene la voz cantarina y parece ser del tipo que siempre sonríe, de esos que siempre están pensando positivamente, ¿tal vez? Cáncer lo juzga así en primer instancia.

—Fuiste predecible, pelirrojo, yo no estaba jugando, aunque Sagitario pensaba que sí. ¡Pero el de Virgo sí que fue divertido! —Comenta esta vez el otro joven, y él sólo puede enfocarse en lo llamativo que le parecen el color de sus ojos dispares bajo el flequillo de su alborotado cabello negro. Uno es de color ámbar y el otro es azul. Relucientes como canicas de cristal, cautivadores cual ilusión óptica. Queda asombrado. —"Escorias humanas, ¿qué es esto? ¿un secuestro?"

"Sagitario" y el otro chico empiezan a reír estruendósamente, doblándose para adelante. Se ven relajados y joviales, haciendo contraste con las demás figuras más serias, como dos niños pequeños, como dos mejores amigos que se conocen hace años y se tienen la confianza suficiente.

—Es normal que diga eso, ¿no lo crees? Aparecer en un lugar que desconoces, rodeado de un grupo de gente rara. Mi reacción fue lógica. —Es el reclamo que hace el chico apoyado junto a la ventana, no los mira a ninguno, pero Cáncer logra apreciar su perfil. Su cabello es de un rubio claro, medianamente largo y se está mordiendo la uña del pulgar con impaciencia; el joven tiene un halo reveladoramente diferente, elegante, de alguien que... Cáncer no se lo piensa mucho, parece pertenecer a otra época. Como si fuera alguien extraído de una película que se desarrolla en el Londres del siglo xix.

Stellae Academy ( Zodiaco / BL )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora