CAPITULO SEIS

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-…EMMA VACCANI-CABAÑA 23C. ESAIS ROBE…- ¡Oh por fin! Pensé que esta mujer jamás me nombraría.

Aunque tiene un gran megáfono. Decidí colarme casi enfrente de la tarima. Ya sabes, por seguridad. Al menos si alguien me quisiera golpear no lo haría enfrente de los maestros, encargados ni personas de seguridad en el campamento.

Ahora, el problema es, que tengo que irme a la cabaña.

Sola.

Sin adultos que puedan supervisarnos.

Ok. Yo puedo hacer esto.

Cuando por fin tomo valor, trato de abrirme paso a través de la masa de jóvenes.

No los mires, no hagas contacto visual.

Oh por Dios. ¡Tiene tres piercings en la lengua!

EMMAA!!

Me reprendo a mí misma y bajo la cabeza hasta la sección de las cabañas.

Según el estúpido mapa: tengo que dar vuelta a la izquierda, el tercer camino empedrado.

Mi cabaña está casi hasta el final de la penúltima fila.

Una cama individual con dos pequeñas literas.

Todo está labrado de madera rustica. Una alfombra se extiende por toda la cabaña; que es un poco más pequeña que mi habitación.

Después de tirar mi maleta al piso, me acuesto en la cama.

Entonces suenan las trompetas. ¿Qué diablos…?

Desdoblo el folleto que tengo en mi otra mano y frunzo el ceño al leer lo que significan las trompetas.

Una formación. Tenemos que hacer una maldita Formación.

¡NO HA PASADO NI MEDIA HORA QUE ESTABAMOS TODOS JUNTOS!

Varios minutos después; y sigo tratando de convencerme mentalmente de ir.

Aggh…

Me arrastro por el borde de la cama. Escucho un ruido de la entrada y levanto la mirada con el ceño fruncido.

Una chica de cuerpo ancho y rollizo, con el cabello negro, dos piercings en la ceja y demasiado delineador en los ojos esta parada frente a mí.

Frunce el ceño al verme y después su mirada se dirige a la izquierda. Sigo su mirada, pero solo veo las literas.

Creo que…

-Bájate de mi cama-  

Oh.

Tengo dos opciones: darle la estúpida cama y evitarme problemas…o No dejarme intimidar por nadie.

Mi instinto actuó primero:

-Llegue antes que tú. No hay reglas de quien elige las camas.- alzo la cabeza tratando de lucir amenazante.

Su cara ahora roja, sus fosas nasales se amplían, y hacen un sonido escalofriante cada vez que respira. Parece un toro.

Avanza más rápido hacia mí y me toma de la blusa, jalándome hacia ella.

Ni siquiera reconozco mi propia voz:

-¡ESTA BIEN!, ¡TOMA LA CAMA!, ¡TOMALA!, ¡ES TUYA!-

Cobarde, me susurra una voz en mi cabeza

Me suelta, no sin antes con un empujón que me tira al piso.

Me levanto sacudiéndome el polvo y tomo mi maleta. Ni quería esa pinche cama.

Mi subconsciente se burla de mi otra vez.

La miro al mismo tiempo que tomo la manija de la puerta.

Esta tirada en la cama  con unos doritos en la mano derecha y en la otra tiene un iPod.

Si quería motivos para ir a la formación, con esto bastaba.

 Ni loca quiero estar a solas con esa chiflada.

Apenas avanzo un metro, para  chocar con alguien.

Una pequeña chica con cabello verde chillón y de piel pálida esta tirada junto a mí.  Me agacho y le ayudo a levantarse, porque, bueno, yo la tiré…

-¿Estas bien?- ruego de que no esté igual de loca y quiera golpearme también. Es muy chaparrita, creo que estaríamos a mano, tomé unas cuantas clases de defensa personal, bueno técnicamente fueron dos, pero aprendí unas cuantas cosas, además esta chica no se ve muy fuerte, apuesto a que sí podría…

-sí, gracias- suelta una risita -¿Esta es tu cabaña? ¿Si? , ¡Oh! ¡También la mía! Lo siento Soy Raquel- Me tiende la mano, mientras proceso todo lo que dijo, esta chica habla demasiado rápido.

-Emma- le digo mientras le tiendo también mi brazo y le sonrio de vuelta. Ella me jala y me da un fuerte abrazo.

-¡Oh Emma!, eres la persona más agradable, desde que llegue aquí.-

Me siento mal por pensar siquiera en golpearla. Por más horrible que se pongan las cosas, yo jamás he golpeado a alguien. Eso no pensabas hace unos minutos Emma.

 Ya sabes lo que dicen: tiempos desesperados, medidas desesperadas.

Camino a la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora