CAPITULO SIETE

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-…El campamento de Reformación Educativa y Disciplina es el corporativo con mayor seguridad y con un estricto sistema para adolescentes, esperamos que lleguen a acatar las reglas y ordenes que se toman, por motivos de…-

Estaba escuchando atentamente lo que la mujer  con el megáfono decía. Pensando seriamente en portarme bien, correctamente, como dice la directora. Así se darían cuenta de que mi estancia aquí es un error, un gran error, entonces me llevarán de vuelta a casa, y volveré a estar rodeada de la civilización.

Pero alguien me pellizca el trasero. Doy un respingo ¿Qué mierda le pasa a estos idiotas?

Ignóralos Emma. Solo ignóralos.

La mujer del megáfono sigue hablando, pero ya no le prestó atención.  No puedo concentrarme en lo que dice.

Una mano baja por mi falda y toca mi muslo. Hay tantas personas aquí amontonadas que es imposible que alguien lo note. Me volteo para ver a un chico rubio. Seria lindo si no tuviera en su cara esa sonrisa de idiota.

No lo pienso dos veces.

Le doy un codazo en el estómago y no espero a ver su reacción porque ya estoy moviéndome hacia una salida

El discurso de la encargada cada vez se hace más tenue cuando por fin salgo de la masa de gente. Siento como si alguien me siguiera, pero creo que estoy volviéndome paranoica.

Doblo la esquina y me encuentro con dos caminos llenos de flores. Parecen jardines exóticos.

Escucho pisadas que cada vez se hacen más fuertes.

Mierda.

Tomo el primer camino y antes de que avance un metro alguien me jala del brazo.

Chillo y trato de zafarme.

-Oye, tranquila.- Abro los ojos (que ni siquiera recuerdo cuando los cerré) y me doy cuenta de que no es el psicópata que me manoseo.

Un chico me está sosteniendo del brazo un poco confundido.

Su cabello castaño, casi rubio cae sobre su frente de una manera que lo hace ser muy atractivo, estamos tan cerca que puedo ver sus ojos profundamente grises, sus gruesos labios formando una mueca y haciéndolo todavía más encantador.

Pensará que eres una idiota, vamos, ¡deja de verlo así!

Hago ademan de soltarme, pero él se adelanta. Se aclara la garganta, y su voz tan malditamente sexy dice:

-¿A dónde crees que ibas? ¿He?, todos los campistas deben estar en formación- frunzo el ceño ante su comentario, no, espera, ¿acaso me está regañando?

Estaba tan embobada viendo su atractivo rostro,  que no me fije que en su camiseta tiene un credencial que dice: ENCARGADO del Campamente RED. Adrián O’fare

Oh.

Eso explica el banderín rojo.

Emma, eres una genio.

-L-lo siento, yo solo… - huía de un idiota que me estaba agarrando el trasero.

No.

No puedo decirle eso.

Estoy por contestar algo totalmente estúpido, cuando unas pisadas interrumpen el silencio.

El rubio idiota aparece jadeando. Me pongo pálida al ver que no viene solo. Esta con otros dos tipos. Casi de la misma complexión, altos y fornidos.

Instintivamente me acerco más al chico que se llama Adrián. Siento la tensión de sus músculos bajo mis manos. Mira a cada chico alternativamente y después me mira a mí.

Estoy segura como la mierda  de que mi cara es digna de una foto.

Patética. Esa palabra me sienta perfectamente.

-¿Pasa algo, chicos?- aunque su voz es sorprendentemente tranquila, puedo ver la tensión en su mandíbula.

El no parece tan mayor. Quizá si lo miras detalladamente se puede notar la diferencia de edad. Mínima. Pero se nota.

De repente ideas totalmente retorcidas se instalan en mi mente.

Tres contra uno, esto no es bueno.

El rubio suelta una carcajada.

-Claro que no- sus ojos nunca dejando los míos –Solo queríamos divertirnos, ¿no es así nena?-

Entierro mis uñas más fuerte en los brazos del joven encargado.

Mi respiración se siente pesada.

Si las miradas mataran, estos tipos ya estarían muertos.

La tensión se puede sentir en el aire.

-Es mejor que regresen a la formación- dice finalmente.

El estúpido rubio me da una sonrisa repugnante y me guiña el ojo.

-Nos veremos pronto nena- dice antes de mirar a Adrián como si hubiera comido algo repugnante. Da media vuelta y los otros dos tipos hacen lo mismo antes de desaparecer en la esquina.

Cuando sus pisadas ya no se escuchaban, me di cuenta de que estaba reteniendo la respiración.

-¿Estás bien?- pregunta Adrián. Lo miro sintiendo la preocupación en su tono.

Asiento rápidamente.

Frunce el ceño.

Mira debajo de mi cuello. ¿Acaso está viéndome los pechos?, ¿después de salvarme de unos tipos psicópatas?, ¿y él es igual?

Entonces recuerdo mi gafete (oh si, a todos nos hicieron escribir nuestros nombres)

Me ruborizo al recordar el rumbo de mis  pensamientos pervertidos.

-Emma…- diciendo mi nombre es totalmente irresistible.

Siento como sus manos ahora están en mis brazos y me mira fijamente. Sus ojos grises me tienen atrapada.

-¿Te hicieron daño?- pregunta con la mirada seria

Aparto la mirada. De repente me siento avergonzada.

Me toma de la barbilla y me hace mirarlo. Siento que me pondré a llorar en cualquier momento.

-Dime, ¿te hicieron daño?- repite con un tono repentinamente duro.

Me muerdo el labio fuertemente sintiendo como un nudo se forma en mi garganta.

Su mirada va a mis labios, veo como vacila antes de volver otra vez a mis ojos

-E-el me manoseo…el trasero.- mi voz apenas un susurro.

Las palabras suenan peores en voz alta.

Camino a la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora