Lo primero que noto antes de abrir mis ojos es que me siento totalmente descansada. Como si hubiera dormido una semana completa.
Lo segundo es, que tengo algo alrededor de mi cintura.
La luz de la ventana me ciega un momento, antes de ver que ese algo, es un brazo tatuado. Además de una pierna que está metida entre las mías.
No entres en pánico, no entres en pánico.
No puedo evitar sentir escalofríos cuando un aliento me hace cosquillas en la nuca.
Tomo su brazo tratando de zafarme, y entonces el aprieta su agarre en mi pecho.
-¿A dónde vas nena?- su soñolienta voz me da una sacudida en el estómago.
Eso solo me impulsa a retorcerme más. Me doy vuelta y antes de que mis puños golpeen su fuerte pecho, él atrapa mis manos.
Estoy jadeando, tengo pánico y me siento furiosa conmigo misma al pensar en cómo olerá mi aliento.
¿¡Que mierda te pasa Emma!?
Antes de que pueda gritar como una chica demente, él pone su cálida mano libre en mi boca. Estoy tan sorprendida que dejo de respirar.
-Primero,- comienza con una ronca y profunda voz, ignorando mi ceño fruncido, -No creo que quieras gritar y despertar a las demás campistas.-dice señalando con su cabeza la cama de la gorda psicópata y la litera de abajo donde seguro esta Raquel. –Segundo,- susurra acercándose más a mí. Entierra su cabeza en mi cuello. Cierro los ojos y mil sensaciones se arremolinan por todo mi cuerpo. Su boca me da pequeños besitos húmedos. Gimo en su gran mano, por un momento dejándome llevar. Se aparta unos centímetros de mí y me parece ver diversión en sus ojos.
–Fuiste tú la que me pidió quedarme.- ¿Qué?, ¡yo nunca diría eso! Estoy por morderle la mano, pero entonces él se sube a horcajadas de mí y su boca alcanza mi oído haciéndome cosquillas con su cálido aliento. Mis manos ahora sujetas arriba de mi cabeza, mis piernas inmovilizadas con las suyas, su embriagador aroma, es demasiado para mi…y lo peor es que no quiero que pare.
Su mano ya no está en mi boca, así que me muerdo el labio para que no se me escape ningún sonido.
Me recorre un dedo por mi estómago descubierto y me estremezco.
-Emma…- Cierro los ojos cuando susurra mi nombre. Toma mi mejilla y frota su pulgar delicadamente en mi moretón…oh mierda, el moretón. Abro mis ojos y trato de apartarme. Él me sostiene de la cintura y me obligo a mirarlo.
Puedo ver dolor en su abrazadora mirada. Sus ojos me queman.
-¿Quién te hizo esto, nena?- susurra suavemente, mientras me aparta un mechón de la cara.
Su ternura me desconcierta y hace que me derrita. Todo al mismo tiempo.
Sacudo la cabeza en signo de poca importancia.
Abre la boca y antes de que pueda decir algo, suenan las trompetas.
Sin pensarlo me trato de levantar. Ay no, ¡llegaremos tarde!
Aaron me jala otra vez a la cama.
-¿Qué haces?- le susurro enojada.- ¡Vamos, no quiero que me vuelvan a humillar!-
-No, no iras- dice totalmente seguro.
¿Pero qué diablos…??
Me sostiene contra él y a regañadientes dejo de moverme cuando escucho los susurros de las chicas.
Raquel dice:
-No, la encargada dijo que Emma se siente mal, vamos no hagas tanto ruido.- después bosteza.
¿Qué?, pero si solo me desmaye…ya, bueno, es que me pasa seguido. Ya estoy acostumbrada.
Siete minutos eternos envueltos en la sabana. Solo espero que Aaron no intente nada.
Escuchamos el azote de la puerta y enseguida me aparto de él. No puedo mantener ideas coherentes cuando me toca. O me besa. O me mira… justo como lo está haciendo ahora.
Me siento recta y le frunzo el ceño.
-¿No vas a ir a la formación?, porque no creo que estés enfermo- le digo cruzando mis brazos al pecho.
Vuelve la sonrisa arrogante mientras me mira desde abajo.
-Digamos que tengo…inmunidad.-
¿Inmunidad?, ¿de qué diablos habla?
Suspira antes de decir:
-La encargada principal es mi tía.-
Wow. Que tía más… simpática la suya.
-Espera, déjame entenderlo,-digo, tratando de seguir con el hilo de mis pensamientos -Significa que tu tía es la encargada de un Reformatorio para adolescentes, y ni siquiera puede controlar a su propio sobrino, vaya ironía.
-Soy un buen chico, aunque no lo parezca.- dice encogiéndose de hombros.
¡Ja!
-Si claro, y a mí me gustan los vegetales.- le digo sin pensarlo.
Cuando lo miro, está otra vez serio. Este chico es tan voluble…
-Escucha, Emma,- ¿siempre me dará un vuelco al estómago cuando diga mi nombre? Él se acerca a mí y frunce el ceño. –No quiero que me tengas miedo- su mano pasa por su cabellera despeinada. –Sé que fui un idiota cuando nos conocimos- puedo sentir su remordimiento. La verdad es que nunca creí que admitiría eso.
Mi corazón se acelera. Creo que puedo escuchar sus latidos cuando él coloca sus dos grandes manos en mi rostro y me hace mirarlo; se ve totalmente adorable. Hace que me sienta insegura ahora mismo.
-Quiero que confíes en mí- susurra acercando su frente con la mía. Cierro los ojos dejándome llevar –Sé que tu enfermedad…- abro los ojos y lo aparto bruscamente antes de que termine de hablar.
Siento como si me arrojaran un balde de agua fría. De repente las manos me sudan y puedo decirte con seguridad de que mis mejillas están ardiendo de ira pura.
-¿Es por eso?, ¿lastima?, ¿tú también me tienes lastima?- le espeto con furia contenida. Bajo de la litera lo más rápido que puedo.
-Lárgate de aquí- le digo dándome la vuelta y odiándome a mí misma cuando siento temblar mi voz.
-¡Y ya deja de acosarme!- le grito sin contenerme cuando recuerdo por lo que estaba tan asustada. ¿Cómo no me di cuenta de que durmió conmigo?
Azoto la puerta del baño sin escuchar su respuesta y le pongo seguro al instante.
Mis manos están temblando y estoy jadeando, me asusto cuando accidentalmente veo mi reflejo en el espejo. Estoy hecha un desastre.
Ignorando el reflejo de la chica jadeando y con las mejillas sonrosadas, abro el grifo.
El agua cayendo amortigua los pensamientos de mi cabeza. Los dejo ir. Dejo de pensar en lo que mis padres piensan de mí. En mi problema con el peso. En mis sentimientos confusos con él chico misterioso y tatuado. En cada estupidez que hice. Lo dejo ir con el agua cayendo a la coladera, como si pudiera enjuagarlo. Solo lo dejo ir.
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Camino a la tormenta
Teen FictionEmma tiene una vida que cualquier adolescente soñaría. La chicas la envidian, los chicos la desean. Toda su vida cambia cuando llegan las vacaciones, con ello vendrán los problemas, sufrimientos y...el amor.