Algunas personas piensan que la bulimia es una moda entre los adolescentes. Como si fuera solo una etapa. Otros piensan que es algo grave y que se puede contagiar como la viruela, piensan que si se alejan, estarán mejor. Vaya gente de mierda.
Aaron es un idiota. Odio que piensen que compadeciéndose de alguien como yo ayudan a la causa. No es como si me fuera a morir ¡por Dios! Lo peor de todo es que él solo estuvo conmigo por esto, como si me hiciera un favor. Sí, es un gran idiota.
Me envuelvo en la toalla mientras tomo un cepillo de dientes totalmente nuevo en la barra plegable. Frunzo el ceño pensando en la orden de la encargada. ¿Acaso piensa que me voy a quedar todo el día acostada? No es la gran cosa lo que paso ayer, solo olvide tomar unas cuantas pastillas, y, bueno, comer.
Al pensar en comida mi estómago gruñe. Mierda. Tengo hambre. Demasiada.
Abriendo la puerta dispuesta a salir de aquí, me paralizo. Mi corazón se salta un latido y siento como mi boca cae.
Él está aquí. Aarón está aquí.
Sentado en la cama, con el cabello despeinado, en una posición totalmente despreocupada. Cuando me ve se levanta.
La furia se dispara dentro de mí haciéndome reaccionar de nuevo.
-¡¿Qué mierda haces todavía aquí?!- le grito apretando los puños. No sé de donde salió este tipo de defensa, lo cierto es, que ahora mismo no pienso dejarme manipular por la atracción que puede ocasionar en mi contra.
-Ese tipo de vocabulario no es apropiado para ti- dice tranquilamente. Aunque un musculo de su mandíbula se tensa mientras camina despacio hacia mí; por instinto retrocedo y al instante mi cuerpo choca contra la puerta.
Me recuerda a esas películas donde siempre la chica es arrinconada en un estúpido muro y luego perdona a su amado con un beso. Ya, lo sé, soy un poco ñoña.
Pero eso no pasará, porque cuando tengo la primera oportunidad le doy una bofetada.
Wow.
Eso no se lo esperaba. Y sinceramente, tampoco yo.
Parpadea sorprendido.
No te arrepientas Emma, ahora no.
-Y agresiva.- susurra tomando mis dos manos justo cuando pensaba darle otro golpe.
Bien. Él se lo buscó.
Tomando impulso, alzo mi rodilla directo a su entrepierna. Fallo.
Eso solo lo impulsa a alzarme y colocar una mano en mi cadera. La punta de mis pies deja de tocar el suelo.
Todavía es demasiado alto, así que tengo que alzar la mirada cuando le digo:
-Suéltame. Suéltame ahora.- De repente consciente de que solo tengo una toalla.
Alza una ceja
-Eres una chica mala.-
Su rostro esta tan cerca del mío, que puedo sentir sus espesas pestañas acariciarme.
Quiero besarlo y después darle un puñetazo en su perfecta nariz; sí, estoy dudando seriamente de mis capacidades mentales.
-Solo quiero ayudarte, Emma.- su voz urgida de frustración.
Dejo de moverme. Siento como si tuviera un nudo en la garganta. Solo puedo decir lo único que se me viene a la mente con un hilo de voz:
-¿Por qué?- lo miro directo a esos ojos translucidos resplandecientes.
Nunca nadie se ha preocupado por mí. No es como si de todas maneras lo fueran a hacer. Ni siquiera mis padres.
-Porque me importas- dice sin pensarlo. Sus ojos totalmente sinceros. Cierro los ojos sintiendo sus labios rozar los míos.
Y ahí se fue todo mi autocontrol.
Primero me besa suavemente, como si en cualquier momento fuera a romperme. Un suspiro escapa de mis labios cuando siento sus manos mi rostro. El sabor de su boca es una mezcla de menta y chocolate. No puedo evitar morder su labio. Entonces él se presiona contra mí y yo envuelvo una pierna en su cintura. Su otra mano envuelve mi otra pierna y después la coloca en mi nuca profundizando el beso.
Entierro mis manos en su sedoso cabello y gimo cuando él muerde mi labio inferior.
Una sensación de calidez y excitación se expande desde mi estómago hasta músculos que ni siquiera sabía tener.
Caemos en la cama sin dejar de besarnos y el tira de la toalla. Me mira deteniéndose un poco más en mis pechos y yo me pongo color escarlata.
¡Qué vergüenza! Grita una voz en mi cabeza.
Trato de cubrirme pero él me toma del brazo.
Apuesto a que ha visto chicas mejores. Ya sabes, esas que no tienen problemas con su cuerpo y que saben lo hermosas que son. Y aquí estoy yo, una tipa que tiene un cuerpo deforme y totalmente insegura consigo misma.
-Eres hermosa- asegura roncamente. Su mirada se intensifica y dejo de respirar cuando sus manos acarician mi cintura y bajan hasta mi entrepierna. Uno de sus dedos se introduce dentro de mí, y…
Oh.
Es una de esas sensaciones que jamás había experimentado. Por más chicos con los que salí, nunca llegábamos tan lejos.
De repente otro dedo. Maldita sea, se siente bien. Se siente malditamente bien.
No, no, EMMA, ¡TIENES QUE PARAR ESTO! ¡APENAS CONOCES AL CHICO!
-Aaron yo…- Jadeo cuando aumenta el ritmo y me besa otra vez.
Oh, Dios, ayúdame
-Aaron…- vuelvo a hablar justo cuando me mira y en ese momento veo fuegos artificiales.
Una explosicion en mí me hace gritar y cerrar los ojos. Aaron gruñe en mi cuello, y yo, bueno, yo estoy tratando de respirar otra vez.
Es como....si perdiera el conocimiento.
Bien, Emma. Pareces una loca que nunca ha tenido un orgasmo.
¿Así que de eso me estado perdiendo todos estos años? Wow. Sí que he sido una estupida.
Todos sabemos que eres una estúpida.
Como odio esa vocecita.
Aaron me mira a los ojos. Tiene una sonrisa radiante.
Estoy por decirle algo, cuando un golpe en la puerta nos paraliza.
-¿Emma, puedo pasar?- una voz amortiguada del otro lado hace levantarme de la cama casi al instante.
Mierda.
Abro los ojos como platos hacia Aaron, -que por primera vez parece no saber qué hacer-, sintiendo como mi corazón se saldrá en cualquier momento. Me tapo con la toalla y le hago un gesto con la mano.
-AL BAÑO. RÁPIDO. RÁPIDO- susurro. Cojo un camisón y me lo pongo lo más rápido que puedo.
-¿Emma?, ¿estás ahí?- ¿Quién mierda puede ser?
-Sí, sí, ya voy.- me volteo para asegurarme de que Aaron está fuera de vista. Lo está.
Con un suspiro paso mis dedos por mi cabello –que está totalmente enredado- en un intento de parecer una chica que no ha tenido su primer-orgasmo-hace-unos-segundos.
Abro la puerta.
Y la vuelvo a cerrar.
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Camino a la tormenta
Teen FictionEmma tiene una vida que cualquier adolescente soñaría. La chicas la envidian, los chicos la desean. Toda su vida cambia cuando llegan las vacaciones, con ello vendrán los problemas, sufrimientos y...el amor.