CAPÍTULO 3

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Etna se había quedado absorta mirando cómo el chico había llegado a la mesa y todos le daban palmadas en la espalda y le ponían una copa en la mano, así que cuando escuchó su nombre volvió a ponerse tensa, miró hacia el frente y, casi conteniendo la respiración, subió a la plataforma y se sentó en el taburete.

-¿Esa es una Maiden?

-Claro, mira el pelo...

-¿Seguro que es una Maiden?

Volvieron los cuchicheos, se escuchaban por todo el comedor. Etna cerró los ojos y trató de aislarse de los rumores mientras colocaban el sombrero sobre su cabeza. En cuanto rozó su pelo, los susurros cesaron.

-Vaya. Esto sí que es interesante... una Maiden... hace años que no pisa un Maiden este salón... menuda presión. Siii, efectivamente es muy interesante. Puedo ver una gran inteligencia, siii, una inteligencia que necesita ser explotada... tal vez tu casa sea Ravenclaw... pero espera... no es lo único que hay aquí... también veo una gran ambición, siempre buscando ganar... ser la mejor en todo... además provienes de una familia prodigiosa... También intuyo una gran bondad, siiii... un amor por todos los seres vivos... Pero tambien hay un corazón valiente, un valor grande que te empujará a hacer cosas grandes... Siiii... este año hay estudiantes muy interesantes, déjame pensar...

Y el sombrero calló. Estuvo en silencio un minuto, luego dos, y así hasta cinco minutos, aunque a Etna le parecieron horas.

"¿Y si he hecho algo mal? ¿Tal vez tenga que hacer algo más? ¿Haberle contestado algo? Pero he hecho lo mismo que los dos chicos anteriores y la profesora McGonagall no me ha explicado nada..."

-Ehhhh... bien -la profesora McGonagall se acercó a su lado y le retiró el sombrero seleccionador de la cabeza -esto no suele pasar muy a menudo...es más, no sucede casi nunca... Bueno, levántate querida... Esto que acaba de suceder se llama hatstall, esto quiere decir que el sombrero está indeciso entre varias casas... aunque suele ser entre dos casas, no entre las cuatro... Así que puedes elegir tu misma la casa en la que estar.

"¿Yo misma? ¿Cómo que yo misma? Se suponía que el sombrero debía elegir mi casa. No sé nada de Hogwarts ni de las casas"

Etna miró a su alrededor y, una vez más, tenía a cientos de ojos mirándola, no solo frente a ella, podía sentir cómo los profesores la observaban a su espalda. Todo el comedor contenía el aliento, a la espera de su decisión final.

"Pero no sé qué decisión tomar"

-B... bueno, su... supongo que podría elegir... -le volvían a temblar las manos, así que se las metió de nuevo en los bolsillos en busca del anillo. Cuando sintió su tacto, cerró el puño a su alrededor, y esto le dio el valor que necesitaba. Entonces su vista se desvió hacia las cuatro mesas, una por una. Todos la miraban con cara de desconcierto, hasta que sus ojos se posaron sobre la tercera, la mesa a la que había ido el chico de las cicatrices, la mesa de Gryffindor. Esta le devolvió la mirada de una manera distinta, con... curiosidad. Y esto fue suficiente para Etna, sonrió y supo que había elegido mi casa.

-Elijo... ¡Gryffindor!

Fue como si alguien hubiese soltado una manada de leones en medio del Gran Comedor. Se escuchaban gritos de júbilo y golpes en la mesa. 

Ella sonrió y supo que había elegido bien. Bajó de un salto del taburete y corrió hacia la mesa. Los alumnos mayores le daban palmadas en la espalda y la felicitaban. Unos cuantos chicos se apartaron para hacerle un hueco en una de las bancas y comenzaron a hacerle preguntas. Alguien que Etna no pudo ver le puso una copa de zumo de calabaza.

-Soy Ruppert Maddison, prefecto de Gryffindor, encantado -le dijo un chico de unos quince años, moreno y con las orejas grandes, mientras le estrechaba la mano -es un honor.

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