CAPÍTULO 8

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-¡Por fin! -dijo Etna tirando el trapo al suelo -¡Libertad! -miró a su alrededor, el Gran Comedor estaba reluciente.

Era ya el último día de castigo y los elfos domésticos estaban terminando de poner la mesa para la cena. Al final el castigo no había resultado ser tan malo. No le permitían usar la magia, así que había tenido que hacerlo todo a mano, pero eso le había dado tiempo para conocer mejor a los elfos que trabajaban en Hogwarts. Los Maiden en casa también tenían elfos, pero no tal número de ellos. Vivían cerca de la cocina y se encargaban de todo en el castillo; de la limpieza, de la cocina... pero parecían invisibles, si ellos no querían que les viesen, jamás te habrías imaginado que había tanto de ellos. Al principio eran tímidos al hablar con ella y la evitaban lo máximo posible, pero con el paso de los días se fue ganando su confianza al punto de aprenderse todos sus nombres. Incluso le enseñaron la manera de entrar a las cocinas y le dijeron que podía ir a visitarlos siempre que quisiera.

-Señorita Maiden, ¿ha finalizado ya?

-Whiskers -era uno de los primeros elfos que empezó a hablar con ella -te he dicho mil veces que me llames Etna.

-Tiene razón seño... Etna -dijo con una sonrisa -hoy no han venido los de Slytherin.

-Es verdad -dijo mirando hacia la puerta.

Esa había sido la peor parte del castigo sin duda. Se había vuelto un pasatiempo popular en la casa Slytherin ir a ver cómo Etna limpiaba y hacer comentarios sobre ello. Los primeros días iban más, pero al parecer con el paso de los días se habían ido cansando y ya no iban. Acudían allí esperando que les contestara mal, que les tirara algo encima o que se liara a golpes con ellos, pero se encontraban con que eran ignorados, así que se cansaban y se marchaban. Porque la venganza es un plato que se sirve frío.

-Entonces puede irse a ya a prepararse para la cena -Etna estaba tan concentrada en sus pensamientos que se se le había olvidado que Whiskers seguía allí -todavía falta media hora para la cena.

-De acuerdo, entonces marcho ya -dijo ella poniéndome en pie -¡Adiós chicos! -dijo haciendo un gesto con la mano.

El resto de elfos levantaron las cabezas de sus tareas y se despidieron de Etna con un movimiento de mano.

Salió corriendo por la puerta, pero no fue hacia el dormitorio, bajó las escaleras corriendo, de dos en dos, corrió hacia una de las puertas laterales y salió al patio. Porque aquella noche era la noche de Halloween, y más importante aún, la noche de su venganza. Pero justo antes de llegar al patio, paró en seco y se escondió detrás de una columna.

¿Qué hacen aquí Potter y sus amigos?

Estaban los cuatro junto a la estatua del patio, intentado hacer algo con sus varitas.

Etna sacó la varita de su pelo y dijo lo más bajito que pudo para que no la escucharan:

-Allero -apuntó con la varita hacia dónde estaban ellos y de pronto pudo escuchar su conversación aún estando tan lejos.

-Vuelve a intentarlo -dijo Black

-Si es tan fácil, inténtalo tú listo -este era Potter

-Eres tú el que se ha presentado voluntario a hacerlo.

-De acuerdo, lo intentaré de nuevo -carraspeó la garganta y apuntó con la varita a la estatua -erikseo mestro -la estatua no hizo absolutamente nada.

Ahora entiendo lo que pretenden -pensé -están intentando embrujar la estatua para que se tire eructos cuando alguien pase por al lado. Pero ese hechizo es demasiado complejo para alguien de primer año, no lo van a conseguir nunca.

Los MerodeadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora