9: Cobardía Y Valor

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—Vale em... Fue una velada muy... Agradable— se apresuró a decir Natalia mirando a ambos marinos a su alrededor con expresiones nada amigables. —...Y... y... Me parece que debo regresar al barco y... retomar el curso, las... Islas del occidente no están precisamente a la vuelta del coral...—

La sirena rubia alzó la vista ante esa frase y la miró inquisitoriamente.
Jotape por su parte no había perdido del todo su buen humor.
—Christian, Alberto, sostenganla— les ordenó a los dos hombres que la sujetaron sin cuidado por los brazos —vale, por las malas entonces, así lo habéis querido—

Se apresuró a meter sus manos en los bolsillos de la chaqueta pirata que Natalia traía puesta, hasta encontrar el pergamino donde estaba dibujado el antiguo mapa a las Arenas doradas. Los ojos del pelirrojo se agradaron y luego empequeñecieron al verlo.
—esto— indicó el pergamino —no es ni por cerca un mapa a las islas de Occidente—

Natalia, repentinamente molesta, tironeaba intentando safarce del agarre de ambos marinos.
—¡Que listo! ¿Te diste cuenta tú solo?— ante ese sarcasmo cargado de repulsión, Jotape hizo otro ademán al que los dos marineros asintieron inmediatamente. —Ese mapa es mío, exijo que me lo devuelva ahora—

Los dos marineros la llevaron a cubierta a pesar de sus forcejeos, gritos y pataleos. Le ataron de manos y piernas a una bala de cañón mientras ella hacía lo posible por soltarse, pero era inútil, ambos la arrojaron al agua, al océano.
Otra vez estaba por ahogarse, hundiéndose lentamente, pero ahora tenía la ventaja de tener un amigo tritón de su lado. Mayden la subió a la superficie mientras la desataba con calma. No parecía ser el mismo altanero que solo buscaba hacerse notar, jactandose de su cola. Parecía más calmado, como... Resignado.

—¿Cómo...?—

—Lo oí— se limitó a responder.

Cuando Natalia estuvo libre, flotando en la superficie azul del agua, Mayden resopló con frustración.
—No importa— murmuró evitando su mirada —de todos modos vamos en la dirección correcta, solo tendremos que avanzar por donde vamos y... —

—Tienen a una sirena— interrumpió ella.

Él la miró de pronto tan molesta como no la había visto nunca —Lo sé, pero tú no entiendes, Natalia, ella está ahí por gusto— casi escupió el tritón jalando a la joven para que regresaran al Stallion Racotis que estaba a pocos metros —vamos, te lo explicaré a bordo—

*

Mayden estaba más meditabundo que nunca, dentro de su tanque en el barco. Natalia seguía molesta y se sentía derrotada. —¿Cómo sabes que esta por gusto?— cuestionó de nuevo con los brazos cruzados, de espaldas al tritón, con la vista situada en el horizonte, donde desaparecía el September 13.

—porque la conozco... Eramos buenos amigos— dijo con los ojos en fijos. Natalia ahora estaba en shock, pero por alguna razón lo entendió todo al instante —ella era una princesa, hija del rey del mar. Rocío Reef se llama—

Natalia esperó a que este siguiera explicando pero Mayden se quedó callado, pensando por gran rato, hasta que al final prosiguió.
—Ese pelirrojo— bufó riendo —Ro estaba enamorada de él y él de ella, le había prometido llevarla hasta tierra para vivir con sus piernas humanas, para poder mostrarle... ¿España? Pero el rey se enteró de que planeaban huir... Quizá en parte porque yo se lo dije— su voz se apagó y entonces, cuando Natalia se volvió hacia él, la miró penetrante y fijamente, quizá con remordimiento —maldijo el barco y a su tripulación, junto con Ro cuando escapaban... Por más que se acerquen a tierra las aguas, las olas, la marea dominada por el rey tritón no los dejarán nunca anclar, de modo que ella tuviese que regresar a casa—

Entonces Natalia comprendió la desesperación del capitán Jotape y de su tripulación. También comprendió que la rubia sirena mostrara interés por esa frase que sin duda era de su ex amigo.

—De hecho, ahora que hablamos de esto, el reino de su padre debe estar bajo nosotros ahora mismo. Si mal no recuerdo—

De igual manera Natalia no se quedaría de brazos cruzados, ni ahora que toda esta información le había dado tales ideas.
—Pero.. ¡No podemos dejarlos ir! ¡Menos con nuestro mapa!— vociferó ella acercándose al cristal del tanque, colocando ambas manos en su superficie.

—¿Y que propones que hagamos?— explotó el tritón de pronto colocándose delante del cristal de igual manera, siendo esa delgada hoja de cristal la que separaba sus rostros.

—Dijisteis que ereis capaz de hundir un barco ¿no? Pecesito—

—Sé lo que dije y lo sostengo, humanita— espetó altaneramente entornando sus ojos —pero mi magia no es tan fuerte, no puedo hacer nada con un barco maldito—

Natalia mantuvo firme su mirada iracunda sobre Mayden y no la separó ni cuando volvió a hablar.
—Yo no dejaré que se lleven algo que es mío, es como si se estuvieran llevando mi promesa... No puedo defraudar a mi familia—

—No lo entiendes ¿cierto? Puedo llevarte a las Islas de occidente sin ayuda del mapa... —

—El que no entiende ereis tú, estúpido pez— Mayden abrió desmesuradamente sus oscuros ojos, su ego era lo más precioso que tenía y eso equivalía a una gran ofensa. Pero claro, conociendo lo obstinada que llegaba a ser Natalia, tenía que seguir —Yo no sé si todos los tritones y sirenas sean tan acomodados y cobardes como tú, pero los humanos no, yo siempre cumplo con mi palabra y dije que te ayudaría a llegar a Arenas Doradas, dije que me casaría con el príncipe... Y lo haré sin importar nada y tú tampoco me detendrás—

Esa tarde ambos se quedaron en silencio, Mayden ofendido a niveles insospechables y Natalia destilando ira, sosteniendo el timón, siguiendo al September 13 a una toesa de distancia.
El presumido Tritón no le hablaría, pero le parecía muy interesante lo que la joven mujer hacía con una cuchilla y la cola de sirena.

Arenas Doradas (#Maytalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora