13: Confesiones

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Estaba herido, muy superficialmente para su fortuna, pero la poca sangre que se escapaba por su herida era más que suficiente para que Celo lo encontrara. El mismo reía persiguiendo el rastro ahora con su mirada hasta una esquina, el tridente se iluminó de nuevo al igual que el carmesí de los ojos y cola del Rey del Mar. Tres rayos de poderosa luz fueron lanzados hasta esa esquina y Natalia que se proponía ignorar el silencio se enfrentó a los desgarradores gritos de Mayden. Le helaron la sangre, no podía seguir haciéndose la dura ¡Su amigo estaba sufriendo!

—Imaginate— rió Celo soplando la punta del tridente y mirando a Mayden en el lecho de la cueva —eso sólo fue una advertencia, no puedes esconderte de mi—

Se acercó a él muy lentamente agitando su cola con inmensa satisfacción —Por fin estás a mis pies, ¿que se siente ser humillado? ¿he? ¿Príncipe?—

Natalia dejó caer su mandíbula —¿Qué?—

Celo ni siquiera volteó a verla, pero era obvio que se refería a ella —Te contaré una historia, humana, ya que ¿Qué mejor forma hay para morir para una escoria como esta, que citando sus crímenes?... Ponte cómoda, querida, esto durará un ratillo—

Mayden se retorció un momento más hasta quedarse con la espalda en la pared, sangraba, ahora si eran heridas de gravedad. Natalia miró interesada a Celo y este le devolvió la mirada con una gran sonrisa de triunfo.

-Todo inició cuando eramos más jóvenes. Mayden era el sobrino del Rey del Mar, mi padrastro, y según decían era el elegido de sus hermanos para casarse con mi hermanastra, Ro. El siempre dijo que se veían muy bien juntos y que la irresponsabilidad y libertinaje que movía a Mayden menguaría con el tiempo. Lo instruían como a mi para las luchas, el sueño de su padre era que su hijo se volviese un guerrero y protegiera al reino. ¿Te divertías mucho, no Mayden?— se dirigió al tritón del suelo— exhibiéndote delante de las sirenas como todo un héroe por derrotarme incontables veces en la arena de combate. Te volvías más y más egocéntrico y Ro lo sabía, por eso prefirió a un humano en vez que a uno de su especie. Y, ¡Ese fue uno de los mejores días de mi vida! cuando perdías a la sirena que amabas e ibas a acusarla contra el Rey del Mar. —Miró a Natalia con los ojos ligeramente entrecerrados por la emoción que lo embargaba— Pobre hermanita, el barco en el que escapaba para vivir su sueño resultó encerrarla en una perpetua pesadilla, ¿todo por culpa de quien?-

Mayden bajó la mirada mientras se llevaba una bajo al estomago y presionaba sobre una de sus heridas.

—Si ¡Ay que tiempos! es una lastima que no lo hubiera hecho yo mismo, el arrepentimiento carcomió al pequeño príncipe, pero claro, tú solo no te atreverías a hacer nada. No, ¡Cobarde! yo tuve que sembrar la semilla de la idea en tu cabeza por que si no no se te hubiera ocurrido y esa idea lo llevó a robar la segunda posesión más valiosa del Rey del mar, la mągia— Natalia observó como las heridas de Mayden se cerraban muy lentamente ante sus ojos mientras Celo estaba distraído mirándola inquisitivamente a ella sin prestarle mucha atención. Iba a coger una de las estalactitas que se habían roto durante la breve lucha y ya la estaba apuntando a la mano con la que Celo sostenía su tridente.

Ella estaba dispuesta a seguir ayudando a toda costa —¿Fuisteis tú el que le dio la idea también?— preguntó captando su atención antes de que voltease.

El rey del Mar dio señales de estar tremendamente complacido por ser el centro de atención y riendo y sacando pecho con orgullo —La verdad no, esa se la inventó sólo. Más tarde mi padre mi dio la orden de encadenarlo en esta misma cárcel—

Estaba por voltear de nuevo y Mayden seguía afinando más su puntería, Natalia debía seguir interviniendo si quería salir de ahí con Mayden a su lado —¿Que pretendía con robar la mągia?—

—Pues su idea original era robar el tridente, o perdón ¡Mi Tridente!— risas de nuevo, de modo que Celo no paraba de moverse y entorpecer la mira de Mayden.

—Cuéntame, por favor— repitió la humana.

—Pues vale, fue muy interesante. Él pensaba romper el hechizo de Ro con la mągia y rescatarla, claro ¡El amor! ahja sí, como si existiese eso— Otra estridente risotada se hizo escuchar por toda la cueva, mientras Natalia no sabía ni que decir por tanta información —¿Cuantas veces intentaste romper la maldición del barco, Mayden? ¿Como catorce veces no?— Celo miró a Mayden justo al tiempo en el que la estalactita volaba hasta su mano y tuvo la suficiente suerte como para apartarse de su trayectoria —Esas si que son patadas de ahogado Maydencito, ¿tan desesperdo...?— se burló pero un sonoro "Plop" cortó su comentario.

Pudo ser que fallara en lastimar a Celo, pero la estalactita siguió su camino hasta la burbuja en la que Natalia estaba dentro, reventándola y extinguiendo la micro atmósfera en la que ella había estado respirando hasta ese momento. Una nube de burbujas plateadas envolvió a Natalia hasta que todo el oxigeno se colara al techo y desapareciera entre las grietas. La bocanada que sus pulmones habían inhalado en su grito ahogado no la sostendría por mucho tiempo y la cola de sirena estaba destruida ya no podía respirar en el agua. Sus ojos desorbitados se enfocaron en la cara de Mayden pocos segundos antes de verlo retorcerse en el suelo por la fuerza de otra descarga de electricidad de Celo, pero aún así, lo vio dirigirse a ella a duras penas.

Podía oír el sonido acompasado de las risas de Celo y los gruñidos de Mayden por llegar a ella. La presión que oprimía su pecho fue aumentando hasta obligarla a exhalar, en ese instante cerró sus ojos para que el sufrimiento de Mayden no fuera su ultima visión.

Arenas Doradas (#Maytalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora