Jack y los Bravo

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Al día siguiente, Jack despertó temprano como era su costumbre, sintiendo que había dormido de maravilla. Se desperezó, amarró su cabello y se quitó la bata de Bunny; para reemplazarla con su propio atuendo. Observó entonces a Johnny, quien continuaba profundamente dormido en su cama. Al samurái le dio risa que ni siquiera para dormir, se quitaba sus gafas.

—Me alegra haber sido capaz de crear este pacífico futuro para ustedes. — Pronunció el hombre en un susurro, colocando una de sus manos sobre el fornido brazo de Johnny, quien ni se inmutó. Jack no podía dejar de sentirse satisfecho y orgulloso de su labor en el pasado.

Jack salió de la habitación y se dirigió al jardín, en donde comenzó a practicar una ligera rutina de ejercicios y meditación matutinos; para comenzar su día con energía. Al cabo de una media hora, por la puerta de la vivienda, apareció Bunny; tan sonriente como el día anterior.

—¡Oh Jack! Te levantas tan temprano. Nada comparado a mi Johnny. — La mujer rio ante su propio comentario y se acercó aún más a Jack. — Hablando de eso, ¿podrías hacerme un favor querido?

—¡Claro! Lo que usted necesite Bunny, tenga por seguro que haré todo lo posible por realizar su petición.

—¡Vaya! ¡Pero qué caballeroso, hasta me haces sonrojar! — La mujer le dio un leve empujón en el brazo mientras reía mucho más. —En fin. ¿Podrías ayudarme a despertar a Johnny? Ahora mismo me dirijo a mi clase de yoga y mi hijo no se levanta ni con el despertador. También sería bueno si le cocinas su desayuno, ya que él no puede preparar más que cereal. Confío en que un hombre tan habilidoso como tú, puede preparar un delicioso desayuno para mi bebé.

—Será un placer ayudarles, después de todo están dejándome hospedarme en su casa y es lo menos que podría hacer.

—¡Sabía que podía confiar en ti! — La mujer haló una de las mejillas de Jack cariñosamente y partió para no perder su clase — ¡Nos vemos!

Jack terminó sus ejercicios y entró a la casa nuevamente. Rebuscó en la cocina para familiarizarse con todo lo que había allí y se dispuso a cocinar. Debido a que el samurái había viajado por todo el mundo, tanto en el pasado como en el futuro; no sólo había aprendido a luchar, sino también a cocinar. Rápidamente, preparó un típico desayuno de huevos fritos con tocino, tostadas con mermelada de fresa, jugo de naranja y un poco de fruta fresca.

Se dirigió entonces a la habitación del rubio para despertarlo a como la señora Bravo se lo había encomendado.

—Buen día Johnny. Es hora de levantarse. — Pronunció Jack tranquilamente, mas no recibió respuesta alguna.

—Johnny, el desayuno está listo, se enfriará si no te apresuras. — Nuevamente, el rubio no daba señales de que fuese a levantarse.

Jack lo pensó por un instante, no podía simplemente gritarle y le parecía una falta de respeto sacudirlo para que se levantara. Mas luego pensó que quizás Johnny sólo le estaba jugando una broma, ya que no creía posible que alguien durmiera tan profundamente. Así que, con el objetivo de atraparlo en su engaño, dirigió su mano al rostro del rubio, dispuesto a quitarle sus lentes para comprobar si en efecto estaba despierto. Pero Jack no fue lo suficientemente rápido, y la mano de Johnny le tomó por la muñeca, logrando evitar que removiera sus gafas.

—¡Alto allí! Nadie toca los lentes de Johnny y vive para contarlo. — Amenazó ridículamente, pero logrando sacar una alegre risa a Jack.

— Lo lamento amigo, desde hace un buen rato he estado intentando despertarte, pero parece que tienes el sueño profundo.

—Es mi sueño de belleza... ¡Espera! ¿Eso que huelo es tocino?

—El desayuno está listo, si gustas pasar al comedor. Tu madre salió, pero me encargó que...

El último viaje de JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora