Cuando tus amigos te aman

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    Definitivamente, todo encuentro es un reencuentro

Los chicos estaban ansiosos y no dejaban de planificar cómo sería el encuentro con Igal desde que supieron que volvería a Formosa

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Los chicos estaban ansiosos y no dejaban de planificar cómo sería el encuentro con Igal desde que supieron que volvería a Formosa. Unos días antes de la llegada, Ludovica había encontrado por casualidad a Juan Manuel a la salida del banco provincial y se lo dijo. Esa misma mañana el pelilargo llamó al Colo y le avisó.

De más está decir que ideaban un reencuentro a la antigua, con bombos y platillos. Estaban revisando la agenda telefónica para ver a quiénes invitar, ya que el agasajo sería en el bulo de Rafa y pretendía ser de lo más ameno. Como no estaban seguros de cuán recuperado estaría Igal de su pérdida, no quisieron parecer desubicados y optaron por verlo en la discoteca el viernes. Una vez que pudieran hablar personalmente con él, sabrían si llevar adelante o no el plan B.

Esperar hasta el viernes era un suplicio para los muchachos, sobre todo porque sabían que Igal estaba en la ciudad desde la víspera de Reyes, pero las chicas les habían pedido cortésmente que no lo incordiaran ya que tenía un montón de cuestiones legales que atender. Todas mentiras, obviamente. Lo que ellas querían era intervenir lo más posible, y sin que se notara, para lograr un reencuentro íntimo con Fher. Para ello habían delineado varios bocetos, pero no precisaron acudir a ninguno pues todo les resultó más fácil de lo esperado.

Ahora deberían soportar el momento en que Igal se reuniera con esos atorrantes en la disco. Momento que, intuían, sería crucial para Fher, porque podía significar un retroceso en lo logrado hasta entonces. Los varones eran amigos de la juerga, de la diversión y de las noches de soltería del psicólogo. Juanma y Rafa no habían cambiado para nada el estilo de vida. Seguían tan playboys como siempre. Fundamentalmente Ludo temía que Igal se enganche con ellos en alguna partuza.

Las mozas pretendían que Igal volviera definitivamente a Formosa. Estaban buscándole oportunidades laborales para tentar al terapeuta con una propuesta irrenunciable y así tenerlo otra vez viviendo cerca. Habían tomado partido notoriamente por Fher, les gustaba la relación que habían construido los muchachos cuando vivían en esa ciudad y ansiaban su reconciliación. Por eso les causaba cierto recelo el reencuentro con su barra de amigotes. Podría salirles el tiro por la culata.

A Igal le parecía extraño que en toda la semana los vagos no hayan intentado encontrarlo. Incluso estaba molesto por la situación. Como no tenía ningún teléfono, pues todos habían cambiado de número, no podía contactarlos, y en cada salida al centro los buscaba infructuosamente. Como compensación, estaba siendo bien atendido, casi sobremanera, por sus tres amigas y por la hermana de Fher. Pero lejos de considerar con ingenuidad estas acciones, su olfato de zorro viejo le permitía saber que las cuatro mujeres estaban detrás del desencuentro con sus amigos y del interés por dejarlo a solas con el morocho. Él conocía suficientemente a todas y sabía de lo que eran capaces.

La tarde del jueves, luego de volver de la costanera, Igal decidió subir a la terraza para disfrutar del paisaje vespertino. Combinó tres bebidas para armar un cóctel e invitó a Érika, que lo aguardaba con ganas de ir al centro comercial.

Un tatuaje en la piel que dice Nacho - #HomoAmantes 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora