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—Llegué, mamá—

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—Llegué, mamá—. Sus enormes ojos delataban el malestar que lo sujeta con fuerza de los tobillos, buscando desesperadamente una solución a su martirio escolar. Y qué mejor que la figura materna que le da la espalda por estar de pie frente a la estufa.

Dejó los huevos sobre la barra, Jungkook se había bajado unos cinco minutos antes de llegar a casa para comprar, decidió irse caminando y pensar en todo lo que había ocurrido.

De fondo se escucha la televisión encendida, específicamente en el canal noticiario vespertino, apaciguando un poco los fuertes golpeteos del corazón de Jungkook dentro de su pecho.

—Lávate las manos y ven a comer, hijo te haré las galletas de postre—. Lo mira sobre su hombro un segundo, sonriéndole con la dulce ignorancia de lo que el pequeño pelinegro sufre día con día en el colegio.

Frotando su brazo, cabizbajo, JungKook se acerca a la mesa y tomó asiento tras lavarse las manos en el fregadero. Traga duro, no sabe cómo enfrentar sus demonios pese a estar harto.

—Mamá, ¿crees que soy débil? —Habla al fin, aun con la cabeza gacha, pero con la mirada clavada en los maternales ojos que lo observan con una pizca de duda.

— ¿A qué viene esa pregunta? Vamos, come rápido que se enfriara—. Aun con su sincera sonrisa maternal, le acerca a su hijo un plato con fideos, sacando de la alacena un boul.

JungKook mira la comida con un nudo formándose en su garganta. Hablar de su malestar emocional es más complicado de lo que parece, no importa cuantas veces haya recreado en su imaginación estar en el lugar de los chicos que lo fastidian.

—Mamá, ¿me quieres? —Levanta la cabeza, mostrando un titilante desespero en sus grandes y oscuros ojos, escucha detrás de él el parlante, la voz del conductor del noticiero.

Algo desconcertada, la madre de JungKook deja el objeto y se sienta frente a él para verlo con un toque de preocupación.

—Te amo, eres mi pequeño sol—. Estira sus manos sobre la mesa para que su hijo las sujete.

—También te amo, mamá—. Susurra bebiblemente al dibujar una suave sonrisa y entrelazar sus manos con las de su madre.

—¿Entonces?  ¿Qué ocurre mi cielo?— pregunta su madre con suavidad acariciando con su dedo pulgar la piel del menor.

—Es que...—

En seguida suena el móvil de la madre del pequeño pelinegro, desganándola un poco al ver que se trata de su jefe. Le dedica una suplicante mirada a su hijo al verlo bajar de nuevo la cabeza, sabiendo que estará nuevamente solo en casa hasta entrada la noche.

—Lo siento, sabes que tengo que atender—. Deja el móvil sonar, corriendo hasta la entrada para calzar sus tacones, colgarse su bolso y agarra su abrigo.

— ¿Llegarás tarde, cierto? —La sigue hasta la entrada, viéndola guardar las llaves en su bolso.

—Espero que no—. Lo sujeta de la nuca para acercarlo y darle un beso en la frente—. Cierra con llave, ¿sí?—

—Bien—. Muerde su labio inferior al verla cerrar la puerta.

Aun de pie frente a la puerta, logra escuchar del televisor de la sala de estar las noticias de último minuto:

En otras noticias, la policía se ha mostrado pesimista en torno a los extraños y extravagantes asesinatos que colindan lo que se conoce como los barrios bajos de Seúl, debido a que el asesino ha mostrado una fascinante disciplina al no dejar rastro alguno tras cometer sus crímenes. Los avances son infructíferos, desesperando al cuerpo policial y a las familias de las víctimas que claman justicia. Les pedimos tengan mucho cuidado, no se sabe si el responsable de estos acontecimientos esté acompañado. No sabemos que busca o si es un loco que mata por placer. Tener mucho cuidado, les estaremos comunicando.

JungKook apaga el televisor con un poco de miedo, ya que al reconocer las calles donde filmaban la noticia están bastante cerca de su casa, así que inmediatamente acata la orden de su madre y se asegura de cerrar con llave la puerta principal.

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Ya, ya. No me regañen, mi lap no funciona.

Mi niñero. -Vkook-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora