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Cual gota de agua que emerge una flor,
cual soplido de viento que empuja un remolino.
Es natural quererte en ausencia de esperanza,
es natural adorarte sin fracciones de olvido.

En tu vida soy un lejano visitante, 
de mis pecados ya no soy un fugitivo.
Porque eres cruel protagonista,
desdén de mi cordura,
que aviva mis atrevimientos
explorando mis sentidos.

Culpable de la razón que no hallo en mí;
de la inhibición que se desborda,
cual río que corre profundo
y que en el mar desemboca.

Tú eres quietud en mi impaciencia.
Tú eres el sol de mi yo sombrío;
suenas a suave advertencia,
te he entregado mi libre albedrío.

Serenidad que a mi corazón invade
cuando contigo todo es tan primitivo
cual corazón de un niño
que con el juguete que anhela,
baila como en día festivo.

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