VII

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Tu naturaleza es un enigma,
Dios sabe que tu esencia no es humana.
No hay error, ni pecado percibido,
solo la cándida belleza de tu alma.

Entonces dime persona peregrina:
¿Cómo saciarme de tu fulgor creciente,
si eres aquella luz intermitente
que ampara mi muerte y vida?

Tú estás más allá del entendimiento,
eres beatífica ciencia desconocida.
Sencillo para ti es el discernimiento,
y es que tu verdad no está sometida.

Indómita es tu inteligencia,
inalcanzable tu sosegada sabiduría.
No hay palabras para describir tu divina belleza,
tampoco tu encantadora donosura.

Libertad que a pesar de su cautiverio acoplas a tu forma de sentir la vida,
porque no es debilidad, es ambrosía
querer que la valentía venza una vez en la vida.

Pusilánime es el humano
que como yo a descifrarte no se atreve
porque piensa que conocer es calvario,
lo que está más allá de sus saberes.

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