IX

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El desconsuelo del amor es poder no tenerte,
y el privilegio de la memoria es poder guardarte.
Porque entre poder no tenerte y en mis recuerdos siempre guardarte,
puedo llamarte solo mío, sin necesidad de tocarte.

Tu alma me habita y tu semblante es mi arte,
soy títere de tu endulzante frío,
y dueña de tu nada, porque aun eres cobarde.

¿Por qué sufrir por tu amor que aun no es mío, si tampoco es de nadie?
Es la sensación de que acabarás amándome,
la que me lleva a odiarte.
Porque la esperanza es ambrosía
para los que como yo, son agónicos amantes.

Y al final de mis días, el desconsuelo de mi vida será no poder gozarte,
y el mustio privilegio de mi muerte será poder olvidarte.

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