XI

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Amor mío.

Fuiste sumergiéndote en mis desdichas
pues amarte sin límite ni respuesta me hizo poco a poco decaer.
Porque como sirena que con su canto hipnotiza,
tu voz me guiaba solo para padecer.

Tú fuiste desarmando mi fe
con rezos austeros y fervientes,
con ambiguos encantos y tersos rechazos,
con tu marcada indecisión permanente
y cariño, hasta con un abrazo.

Acabas con la lealtad que hacia mí,
yo vanagloriaba;
porque no solo fuiste, es porque eres
el "por siempre" que quiero y querré reintentar.

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