Capitúlo 8

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Disclaimer: Los personajes de Twilight le pertenecen a la fabulosa S. Meyer la historia yo solo la adapto a Twilight, espero que la disfruten y sea merecedora de sus comentarios, hacia mi adaptación y la magnífica historia... Si saben cómo quitarle a Edward a S. Meyer díganmelo por favor. jajaja

Disfruten...

PERDÓN LA TARDANZA, ME QUEDÉ SIN INTERNET, PERO YA ESTOY AQUÍ. A LEER SEDUCTORAS.

Música:

(*.<) CAPITULO 8 (*.<)

POV BELLA

Cuando al fin llegamos al hotel son más de las 11 de la noche. Ni siquiera hemos cenado. En realidad, no tengo hambre. Me mantengo al margen mientras Edward realiza el Check In. Sus gritos me indican que debo acércame a comprobar que es lo que está sucediendo.

– ¿Qué ocurre?. – Le pregunto en francés mirando primero a una recepcionista completamente asustada para después girarme hacia Edward. Sus ojos rezuman ira.

– Reserve una suite doble anoche por internet, – me contesta en el mismo idioma, tratando de mantener la calma. – Pero por lo visto la reserva no ha sido confirmada según... – achica los ojos, inclinándose a la vez sobre el mostrador para poder leer el nombre que figura en la chapita que lleva la mujer en la solapa de la americana de su uniforme. – ... la señorita Ángela. – Trato de mantener la calma por los tres.

– Disculpe. – me dirijo a la joven con voz calmada. – ¿Tienen alguna suite disponible?. ¿Doble o simple?. – En este momento me da exactamente igual. Me conformo incluso con el cuarto de la limpieza. Veo como niega con la cabeza.

– No señorita. – Me responde – Le decía al señor que solo disponemos de una habitación.

– De acuerdo. – La respondo. – Mejor eso que nada. – Hacemos el registro y subimos nosotros mismos nuestro equipaje. Cuando abrimos la puerta de la habitación, el alma se me cae a los pies. Casi es más pequeña que mi propia cocina. La preside una cama de matrimonio de dos por dos con dos mesillas que simplemente son unas tablas atornilladas a la pared. Hay una butaca contra una esquina en diagonal a la puerta el baño.

– ¡Voy a bajar otra vez y me van a oír!. – Escucho decir a Edward a mi espalda.

– No tenemos otra opción. Ya lo has oído, no hay habitaciones disponibles, estamos a mediados de junio, los hoteles están hasta arriba, no vamos a encontrar nada. – Miro mi reloj. – ¡Son más de las 11 de la noche!. – Me dejo caer a los pies de la cama, y parece darse cuenta de que estoy realmente agotada.

– De acuerdo. Iré a dormir al coche. Quédate tú la habitación. – Me levanto inmediatamente.

– No. – Le digo. Si tan solo pudiese explicarle porque no me importa verme en esta situación con él. ¡Es Edward!. Para mí es como si tuviese que compartir habitación con mi hermano. Bueno, no exactamente igual. – ¡Hay espacio en la cama para los dos!. – Coloco mi maleta sobre la cama, ignorando por completo la mirada que deposita en mí. Lo único que quiero es ponerme el pijama y meterme en la cama. Rebusco entre mis cosas pero no consigo encontrarlo. – ¡Mierda!.– Exclamo.

– ¿Qué ocurre?. – Me mira olvidando el asunto de la habitación. De pronto me da la risa por lo idiota de la situación.

– ¡No te rías!.– Niega con la cabeza, sé que lo va a hacer, miro hacia el techo mientras no puedo evitarme reírme yo misma. – Con las prisas, me he olvidado el pijama. – Vuelvo a dirigir la mirada hacia él, descubriendo como esboza una de sus magníficas sonrisas. Abre su maleta y saca un pijama de cuadros en tonos grises y rojizos de Hugo Boss, de un finísimo algodón.

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