10 Paginas de Un Testamento

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      Soy un hombre que camina solo, y cuando camino un sendero obscuro en la noche o vago por el parque, Cuando la luz empieza a cambiar a veces me siento un poco extraño, Un poco inquieto cuando anochece. Miserable es la vida de quien con las fuerzas malignas juega, sin tener poder siquiera de su propio cuerpo y mente, las debilidades de la misma son tantas e incluso mayores a las ventajas que los demonios de tu conciencia y los demonios de la baja dimensión tienen sobre ti. A resumidas cuentas pues mi vida ha sido de grandeza a decadencia, puesto que las decisiones que tome fueron necias y soberbias, ignorando por completo el propósito de mi existir en alta supremacía.

      Aquí escribo en mi testamento el ahora de mis últimos momentos que están siendo contados por dedos y vistos por ojos maliciosos y desmesurados, para ustedes y para los otros, en el capítulo número 4 de mi testamento les dejo una de mis anécdotas para el goce de su fehaciencia por el futuro que les depara, muchas gracias.

      Para los días en los que comencé como rey, empecé a manejar ciertas fuerzas que no pertenecían a la moral de un gobernador vehemente como yo, y eso me trajo miseria. Hace tantos años que no recuerdo con exactitud el día en que, por mi alocada mente de aspiraciones sin fundamentos, decidí adentrarme a un mundo al que pude acceder haciendo un trato que llenaría de arrepentimiento en mi pesar a mi conciencia y que me pasaría factura con mis cercanos más apreciados. Para mi edad técnicamente soy joven aun, pero mi mente y mi salud ya no son lo que eran antes.

      En la acción de caminar en los bosques encontraba un placer bastante sano, escuchaba la tierra en mis sandalias y las hiervas rosando mis piernas, el sol deslumbrándome con los rayos que lograban llegar a mí a través de la frondosa capa de hojas que simulaba ser una sábana verde sobre las copas. Pues caminando iba yo con las mangas arremangadas, viendo el paisaje boscoso y esperando a llegar a un espacio que me apeteciese permanecer, aquí a mi lado veía flores y brotes, unos cuantos metros allá podía ver un Anzu... ok, tenía que mantener distancia; si miraba para ese otro lado podía ver a antílope peculiar ya que nunca lo había visto en esta área, curioso. Bueno pues aquí también veo variadas plantas peculiares como esta flor de color amarilla semejante a una Sarisma, con la diferencia de que las Sarismas son de color turquesa. Para el que le importe pues allí están los detalles de mi andar, pero mi razón de estar no era el de mirar sin tocar, mi propicito es algo surrealista porque estoy aquí para desenterrar un tesoro maldito que llevo ocultando desde una década. La zona plana en la que estoy es donde está la ''x'' y eso es símbolo de ponerse a cavar. La tierra húmeda y pegajosa es un problema cuando se trata de hacer un agujero en el suelo, pero saliendo de estas tempestuosas lluvias es algo que no tiene mucha solución. Con el cofre tuve el descaro de no enterrarlo muy profundo, pero según parece nadie tuvo el intrépido atrevimiento de venir a este sitio, cavar es algo de un enterrador, pero sin embargo lo hago muy bien como para tener una corona en la.... no la traje conmigo. No hay problema puesto que sería un peso más para mí. Con la punta de la pala ya puedo tocar el cofre así que es momento de agacharse y recoger. Las cadenas que aseguran a este pequeño cofre son resistentes y tienen candado, aaahh pero yo tengo la llave jejeje, bueno eso es lamentable porque si no tuviese esa llave pues mi vida sería más feliz y duradera. Quito la cadena con el cando y me dispongo a abrir el cofre y sacar su contenido el cual consistía en el trozo de un espejo... y nada más.

      Este espejo tiene esquinas afiladas, siento como la dificultad de tomarlo hace que mis imprudentes movimientos terminen en un rasguño o en una punzada en mis dedos y en la palma de mi mano. Pues ahora tengo que meterlo en su cofre para un transporte más cómodo a través de esta espesura sin fronteras mientras medito las acciones que no terminan en el bien común, y en mi vida se convierten en cicatrices. Los dromedarios me esperan en donde los deje para partir devuelta a mi villa, y de allí a el torreón de mi castillo en donde aguardan mis pesares que a la luz de mi gente nunca se develarán.

Leyendas Literarias de MaizaégDonde viven las historias. Descúbrelo ahora