Prólogo.

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Aaron solo corría, corría por todo el bosque sin ninguna idea de adónde iba. Estaba solo, cansado, y la oscuridad ya estaba muy presente.

Pero él sabía que si no corría ahora no volvería a ver otro amanecer otra vez. Así que corrió más rápido, mientras esa presencia oscura se hacía más presente y él se adentraba mucho más en el frondoso bosque.

Aaron ya estaba cerca de la cabaña, pero se maldecía a si mismo por haber dejado sus pulseras en su mesa. Cuando Skylar las encontrara se daría un susto de muerte, le avisaría a Viktor, este sabría exactamente lo que había pasado y le mentiría a su pequeña hermana. Odiaba esa sensación.

Sabía que solo quedaba muy poco tiempo para que lo atrapara, pero no le importó y siguió corriendo, aferrándose a ese pequeño punto de esperanza que aún residía en su ser. Recordó cada cosa que lo hacía feliz y corrió, más, y más, hasta que vio a lo lejos la pequeña cabaña de madera. Y sonrió.

Fue la última sonrisa que esbozó antes de ser capturado por aquel oscuro ser, dejando que esa sonrisa precediera a un grito que dejo los pulmones del joven hombre sin aire. Pero ese grito nunca se escuchó, pues fue ahogado por los rugidos de aquella imponente oscuridad.

Y al mismo tiempo que este suceso ocurría, en el pequeño pueblo de Gillien Lake, una joven llamada Skylar despertaba agitada, lanzando un grito ahogado y con lágrimas gruesas que rodaban por sus mejillas como burbujas, mientras sujetaba sus sabanas con fuerza.

Había tenido la peor pesadilla que se le pudo haber ocurrido a su mente en años.

Bittersweet Tragedy  [ACTUALIZACIONES LENTAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora