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Día 23 de junio. 8:00 a.m.

El catalán se enfrentaba a su primer examen de recuperación. Al final no fue Mireya quien le ayudó a estudiar. Si no Miriam.

Al final no fue la malagueña quien le ayudó a estudiar porque tenía las tardes muy ocupadas según ella. Pero realmente no era por eso.

Le dolía en el alma estar siendo tan cruel con Raoul pero tenía miedo de cómo reaccionase al enterarse de que ella y su hermano estaba saliendo. Quería evitar a toda costa encontrarse con Álvaro con su hermano delante por el qué pasaría.

La ayuda de la gallega durante los días que Mireya no le pudo ayudar fue muy útil, ya que aprobó el primer examen que tenía.

Tras saber la nota, a la primera persona a la que le escribió un mensaje fue a la chica que le había soportado tarde tras tarde.

- ¡Miriam! Tengo una noticia que te puede interesar.

- Dime rubio.

- ¡He aprobado! - al catalán se le dibujó una sonrisa. - Gracias por ayudarme Miri.

- No sabes cuánto me alegro Raoul. ¿Te parece si quedamos para celebrarlo?

- Aviso al resto y nos vemos por la tarde, ¿vale? Gracias de nuevo.

- Hasta luego Raoul.

Nada más terminar de hablar con la gallega, llamó al resto de sus amigos para contarles la noticia y comunicarles que esa tarde iban a quedar para celebrar el aprobado.

Para hacer tiempo, Raoul se duchó para aliviar tensiones. Sabía que aún no podía relajarse. Le quedaba una recuperación. No le preocupaba mucho, pero sabía que debía estudiar mucho.

- ¡Hola chicos! - dijo Alfred envolviendo a todos sus amigos allí presentes en un abrazo. - Raoul, te he comprado algo.

- Ay Alfred, no hacía falta, de verdad.

Cuando abrió el regalo que le entregó el moreno, no pudo evitar la sonrisa que se le escapó entre los labios. Su amigo le había regalado unas entradas para verle cantar con su banda en un pequeño local.

Justo en ese momento llegó Nerea acompañada por Agoney.

- Bueno chicos, que empiece la fiesta - dijo la rubia riendo y entrando al lugar de copas.

Cuando ya rozaban las 12 de la noche, todos estaban ya medio borrachos.

Aitana y Amaia perreaban como ninguno les había visto antes. Miriam estaba al tanto de Nerea todo el rato por si se caía o decía cualquier tontería debido a la borrachera que llevaba encima. Agoney y sobre todo Alfred iban ronda tras otra de chupitos y bebidas multicolores. Y Mireya bailaba sola, auyentando de vez en cuando a algún baboso.

Es entonces cuando Raoul decide acercase a ella y disfrutar un poco con alguien.

La chica notó la presencia del catalán, pero no pareció incomodarle ya que también iba borracha como la mayoría de sus amigos, en ese momento sólo se dejaba llevar por cada nota de las canciones que sonaban en aquel local, acompañada de su mejor amigo.

Sólo hubo un momento en el que pareció volver a tener consciencia de sus actos. Ya pasaba la 1 de la madrugada cuando decidió dejarse llevar en un cubículo de los baños de la discoteca.

Estaba besándose con Raoul más apasionadamente de lo que le gustaría admitir. En el momento en el que fue consciente de lo que estaba pasando, sólo pudo llorar. Llorar porque pensaba que había hecho algo mal, aunque no supiera el qué.

En ese momento, Agoney decidió entrar al baño de chicos. Se estaba mojando la cara con agua fría. Tenía calor, tal vez debido al alcohol. El canario sintió la necesidad de saber por qué había visto salir a Mireya del baño de chicos llorando, estando allí su amigo.

- La besé. No entiendo por qué reaccionó de esa forma. - las palabras salían patinando de la boca del rubio.

Pero Agoney sí sabía por qué la malagueña reaccionó así.

- No sé. Supongo que al estar borracha no sería consciente de lo que estaba haciendo. - aunque no lo pareciese, él también se sentía mal por tener que ocultarle todo este tema a su mejor amigo. - Ya sabes cómo es su carácter, si ella cree que debe explicarte su reacción, lo hará, no la presiones.

En ese momento, Raoul tuvo que meterse en un cubículo de aquel baño para vomitar.

- Pollito, creo que hasta aquí ha llegado tu noche. Nos vamos.

Agoney posó con cuidado el brazo de Raoul en su hombro y se lo llevó de aquella sala. Antes de marcharse avisó a Miriam - que parecía la menos borracha de todos - que se llevaba a Raoul a su casa.

Una vez llegaron al coche, Agoney sentó con delicadeza a Raoul en el asiento del copiloto. Antes de arrancar con destino a su casa, se quedó unos segundos - que a él le parecieron mágicos - mirando a su amigo. Así, dormido, le parecía la persona más vulnerable del mundo, y jamás en la vida se perdonaría si le hiciera sentir mal alguien, o peor, él mismo. Apartó esa idea de su cabeza y puso rumbo a su apartamento.

Una vez entraron, el canario se encontró con su hermana sentada en el sofá viendo una película. Luego daría explicaciones, ahora sólo quería llegar a su habitación y depositar a Raoul en la cama. Le quitó la fina chaqueta que llevaba puesta, y seguidamente, la camisa, manchada por el vómito. Acto seguido, le arropó tan solo con la sabana, ya que empezaba a hacer calor en la capital.

Antes de irse, dejó un pequeño beso en la sien del rubio y se quedó mirándolo desde el marco de la puerta. Tan solo le iluminaba la luz de la luna que se colaba por la ventana.

Agoney se dio cuenta de que podría estar mirando a su amigo toda la vida si era preciso.

- Hola Glen. - dejó un beso en la mejilla de su hermana.

Se había mudado con su hermana a la capital en cuanto empezó el Instituto. Su hermana quería estudiar algo que en la Universidad de Tenerife, por entonces, no le ofrecía posibilidad.

- Ahora dime, ¿qué pasó en la fiesta?

Ambos se acomodaron en el sofá, poniendo los pies sobre la pequeña mesita que había cerca del sofá.

Agoney tan sólo le contó lo borrachos que iban todos y lo que Raoul le contó que había pasado en los baños, sin dar detalles.

- No creo que mañana pueda ir a clase. - dijo Glenda señalando con la cabeza hacia la habitación de su hermano.

- Yo no creo que puedan ninguno de los que estábamos allí. - dijo el tinerfeño entre risas.

Agoney se fue de nuevo a su habitación, esta vez para dormir.

Procuró no hacer mucho ruido para no despertar al rubio, aunque pareciera tener un sueño bastante profundo.

Y sin quererlo, acabó durmiéndose abrazado a Raoul. A pesar del calor que podría hacer. A pesar de lo que su amigo pensase sobre él.

A la mierda todo.

Le quería.

Mucho.

Ayúdame a conquistarla. {Ragoney}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora