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Eran las 9 de la mañana cuando Agoney abrió los ojos. Sabría que aunque lo intentara no podría dormir de nuevo, así que se le ocurrió salir a correr. Intentó no hacer mucho ruido al salir de casa para no despertar a las dos personas que aún estaba durmiendo.

En Tenerife solía salir a correr más a menudo con su perrita Bambi, que era lo que en parte le animaba a hacer deporte. Ahora quizás lo que le faltaba era la compañía de Bambi.

Sólo paró de correr cuando los músculos le ardían. No recordaba lo pleno que se sentía tras correr hasta no poder más.

Paró en una cafetería para desayunar, y curiosamente vio que Miriam también estaba allí.

- Hombre gallega, ¿qué haces tan pronto por aquí? - se levantó y le dio dos besos a su amiga.

- Supongo que lo mismo que tú.

- Dime lo que quieras, invito.

- Pues si no te importa pídeme una palmera de chocolate y un café con leche por favor.

Cuando ambos tenían ante ellos sus respectivos desayunos, empezaron ha hablar sobre la fiesta de cumpleaños de sus amigas.

- Creo que nunca he tenido tantas ganas de algo como de cantar en esa fiesta amiga, bueno, quitando cuando fui a Disneyland y conocí a Mickey y a Minnie. - la gallega rió estruendosamente ante las palabras de su amigo. - Oye, a mi yo de 6 años le hacía ilusión.

- Yo pensaba no ir al principio pero Aitana me insistió tanto porque le hacía ilusión tenerme allí el día de su cumpleaños que acabé aceptando. - ambos se rieron. - Cuando se propone algo lo consigue la tía.

- A todo esto, ¿Raoul estaba en tu casa, no? Porque le iba a llamar para estudiar con él y su hermano me dijo que no estaba en casa, así que supuse que estaba contigo.

- Sí, lleva desde el día de la fiesta con nosotros.

- Intuyo que ahora eres tú quien le está ayudando entonces. - el canario asintió y dio un sorbo al zumo que había pedido.

Cuando terminaron de hablar y de desayunar se despidieron y se marcharon a sus respectivas casas.

11:37 a.m.

Cuando Agoney llegó a su casa, ni veía ni escuchaba a nadie. Aunque seguía siendo pronto teniendo en cuenta lo que eran capaces de dormir su hermana y Raoul.

Se fue a duchar y retomó Sense 8.

Cuando estaba a punto de acabar el último capítulo, su hermana apareció en el salón.

Siempre le había parecido muy tierna la cara que sacaba su hermana recién despierta.

- Buenos días madrugador. - dijo Glenda dando un beso en la mejilla a su hermano. - eres demasiado ruidoso.

- Mira que intenté no hacer mucho ruido, pero es que es imposible.

- ¿Dónde fuiste tan pronto?

- Me fui a correr, me encontré con Miriam y desayunamos juntos.

La cara de su hermana cuando pronunció la palabra correr era de asombro total.

- No sabía que corrías otra vez.

- Y no lo hago, realmente me apetecía, sin más.

- Bueno, no voy a custionarte nada, hasta me alegro de que hayas salido a correr.

En cuanto la chica se fue a la cocina apareció en el salón Raoul.

- Buenos días rubio.

Si la cara de dormida de su hermana le parecía lo más adorable del mundo, la del rubio no tenía desperdicio, hasta podría acostumbrarse a verla todas las mañanas. Aunque lo mejor para él era quitarse esa idea de la mente.

Ayúdame a conquistarla. {Ragoney}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora