4

279 20 1
                                    

Eran las 10:36 de la mañana cuando Raoul abrió los ojos, y al hacerlo, notó que no estaba en su habitación. No fue consciente de dónde estaba hasta que dio media vuelta, y se topó con Agoney de frente. Nunca había visto tan inofensivo al canario, y eso inundó su cuerpo de ternura. Antes de levantarse, dejó un delicado beso en la sien de su amigo.

No recordaba muy bien cómo acabó en aquel apartamento, ni en la cama de Agoney. Minutos después, sería Glenda quien se lo explicaría.

- Buenos días Raoul, ¿necesitas un ibuprofeno para la resaca? - dijo sonriendo.

- Buenos días, - dijo dándole dos besos. - Si no te importa dame uno, sí.

- Mi hermano me contó lo que pasó.

Hasta entonces, Raoul no había sentido la necesidad de saber qué pasó porque ya supuso que se debería haber pillado una borrachera y ya.

- Me dijo que cuando iba a ir al baño vio a Mireya salir de él. Y cuando entró estabas tú allí.

No entendía absolutamente nada. ¿Por qué Mireya iba a salir corriendo del baño de chicos? ¿Qué hacía él allí? Tenía muchas preguntas pero pocas respuestas.

- Bueno, ahora mismo no me apetece saber nada más. - dijo el rubio tocándose la cabeza. Sentía martillazos dentro de ésta.

- Oye, ¿te vienes conmigo a comprar algo para comer mientras el vago de mi hermano se despierta?

- Sí, a ver si me despejo un poco.

- Antes de nada, mejor te saco ropa limpia de mi hermano. - dijo entre risas.

Eran la 13:48 de la tarde cuando Raoul y Glenda abren la puerta del apartamento de los canarios y se encuentran con Agoney tirado en el sofá viendo una de sus series favoritas: Sense 8.

- Buenos días bello durmiente. - dijo Raoul en tono sarcástico.

- Buenos días chicos. - dijo levantando la mano vagamente.

Agoney se había levantado tan tarde ya que le constó conciliar el sueño la noche anterior gracias a su amigo. Le ponía nervioso tenerle tan cerca, pero al fin y al cabo fue él quien tomó la decisión de dormir abrazado al catalán.

A Raoul le daba cierta ternura ver la cara de dormido que tenía su amigo.

- Al menos prepararás tú la comida, ¿no? - dijo su hermana.

- Sí, qué menos. - pausó el capítulo que estaba viendo y apagó la televisión.

Mientras Agoney cocinaba, Glenda y Raoul charlaban sobre algo que no llegaba a distinguir, tal vez por lo adormilado que seguía.

- Bueno chicos, cuénteme qué tal las clases.

- Yo tengo aún una recuperación que hacer, pero no me está dando problemas. - bebió un trago de su vaso de agua.

- Yo sé que vas a hacerlo bien rubio, confío en ti. - dijo Glenda cogiendole las manos.

Cuando los tres terminaron de comer, Glenda se fue ya que había quedado con unos amigos de Tenerife a los cuales no veía desde hace años, señal de que estaría fuera de casa durante unas horas.

- Ago.

- Dime pollito. - posó su mirada en el rubio.

A Raoul le encantaba que Agoney le llamase de esa forma, le daba cierta ternura.

- Gracias por traerme anoche a tu casa.

Agoney estaba deseando ese momento de tranquilidad para ellos, aunque también le daba cierto miedo que su amigo quisiera saber algo sobre lo que ocurrió la noche anterior.

Ayúdame a conquistarla. {Ragoney}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora