Epílogo

149 16 2
                                        




~Reencontrándonos~

__________________________


Habían pasado 15 años de aquella guerra, un peliplateado seguido de una niña de unos 11 años de largos cabellos violetas y de finos rasgos, caminaban feliz hacia una gran casa, donde una hermosa nube de cabellos azules los esperaba.

—Tía— dijo al ver a la miner saliendo a su abrazarla.

—Tía— dijo al ver a la miner saliendo a su abrazarla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

(Eunice)

—Akari...¿cuanto tiempo sin verte?— abrazándola, para luego ver al joven padre. —Hola Chishire— quien frunció el ceño.

—Deja de llamarme así me llamo Gilbert recuérdalo Eunice— haciendo reír a ambas.

—Claro...claro— moviendo su mano de arriba a bajo restándole importancia a su comentario. —Por cierto Akari deberías ir al jardín trasero— a lo que la mencionada salió con rapidez y con  gran emoción. Eunice la vio mientras sonreía nostálgicamente —Sigue siendo la misma— susurro para luego ver al joven padre, quien estaba de brazos cruzados.

—¿Qué? ¿Por que están tan feliz acaso... está aquí?— Eunice solo se acercó a él.

—Eres un buen padre lo sabías— ignorando su pregunta.

—Lo que no sabía es que es muy agotador serlo, gracias por ser una ayuda en la crianza de ella, sin ti no se que hubiera hecho tal vez ni siquiera aún la hubiera encontrado— sorprendiendo a la mujer, ya que nunca le había agradecido.

—¿Me estás dando las gracias?— a lo que él se sonrojó, comenzando a caminar a donde se fue la menor.

—No te contestaré porque no me respondiste mi pregunta

—Bueno bueno, lo sabrás muy pronto— alcanzándolo.

* * *

Akari contemplaba el jardín, se veía hermoso, jamás lo había visto así, ahora sería parte de su hogar, divisó unos rosales con unas hermosas rosas rojas, llamando la atención de la pelivioleta, caminó hacia llegar con la intención de tocar sus pétalos, sin notar las peligrosas espinas que tenían, pero antes de tocarla una mano la detuvo suavemente, dirigió su vista al dueño de aquella mano, encontrándose con un niño más alto que ella, de unos ojos azules y de un cabellos algo largo agarrado en una coleta y de un hermoso color celeste.

—No lo hagas, puedes lastimarte con las espinas— al escuchar su voz, un leve rubor apareció en sus mejillas.

—Gracias, no me había dado cuenta— para luego comenzar a reír —Soy Akari ¿y tú?— iba a responderle pero una voz a lo lejos se escuchó.

Bandos ContrariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora