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Alguien llamó a la puerta varias veces, consiguiendo que Jesús se alejara de mi al instante, con una rapidez inhumana.

—Señor Oviedo, su reunión empieza en cinco minutos y los señores le están esperando. —le informó una chica al otro lado de la puerta.

Éste soltó un leve gruñido, casi inaudible y me pasó todos mis papeles, para luego alejarse hacia la puerta.

—Puede ir a trabajar, señorita Hidalgo. Sara la llevará a su puesto.

Salió rápidamente, dejando ver al otro lado de la puerta una chica rubia, que se acercó a mi con una sonrisa enorme.

—Su despacho está aquí al lado, no tiene pérdida.

Me levanté y caminé hacia ella, hasta salir de la sala y quedar junto a la chica. Caminó escasos metros, conmigo siguiéndola de cerca, para luego pararse frente a una puerta de madera blanca.

—Muchas gracias. —le dediqué una sonrisa amable.

Abrí la puerta y entré en la sala, esta tenía las paredes completamente blancas, con varias ventanas repartidas aquí y allá, además, había varias plantas decorando la estancia a la perfección. En el centro, un escritorio enorme de madera, con una silla blanca y negra de ruedas, que parecía realmente cómoda. Y por si fuera poco, había muchas estanterías llenando los huecos vacíos que quedaban en las paredes.

Dejé el bolso sobre el escritorio y me acomodé en la silla, dispuesta a empezar cuanto antes a trabajar. Saqué todos mis papeles del bolso y abrí uno de los cajones del escritorio, para meterlos allí. Encendí el ordenador de sobre mesa que tenia frente a mí y esperé a que cargara, parecía que aún nadie lo había estrenado, por lo que seguramente debía crear una cuenta con contraseña, usando el correo que reservo para el trabajo.

Mientras me dedicaba a hacer aquello decidí que sería una buena idea revisar mi Instagram, aunque tal vez no debí haberlo hecho.

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Be my daddy; j.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora