Episodio 2: Amarga ilusión

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Aquí vamos de nuevo...

Estoy afuera de la cede, en dirección al mercado, parada sobre un círculo pequeño marcado con lo que parece ser un gis. Posteriormente la figura toma color y brilla, el oráculo emerge frente a mí, con el alma rota, sus tonalidades claras son ahora oscuras, su mirada llena de compasión ahora lleva una pizca de locura.

A la hora de que está especie de deidad para los eldaryanos abre la boca, unas púas con un poco de escarlata adornan su dentadura. Me sonríe. En cuatro patas se pone, yo caigo de sentón por el miedo intolerable que me provoca, giro sobre mi eje y cuando me voy a levantar, sus garras se adhieren a la piel desnuda de mi tobillo.

Grité tan fuerte que sentí como la garganta se me hizo trizas, la criatura me arrastra por el suelo lleno de peñascos, mis rodillas y brazos están completamente rasguñados. Casi al llegar al pozo el oráculo hace una herida no muy grave en mi cuello, dejando la sangre correr y con su lengua saboreándola.

Bueno, eso es nuevo.

Cómo en cada sueño, el oráculo me tira por el agujero; la caída es rápida, por suerte, pero aún así mis huesos se rompen y siento como si todo fuera real; es un dolor ensordecedor que me ciega la vista. Cuando puedo ver mejor, en la orilla del pozo hay una persona que me mira atentamente, sus ojos verdes no se apartan de mí, me miran con una atención casi innecesaria y... Un poco indecente.

Sonríe, puedo percibir que así lo hace. De un salto llega a mi lado, no se provoca ninguna luxación, lo que me sorprende. Me sigue mirando con detenimiento, mira mi cuerpo –que sé es un asco–, agarra uno de mis brazos y como si de una muñeca se tratara, juega con él, haciendo movimientos bruscos, lo cual me hace gritar y llorar del miedo.

Estoy inmóvil, a su merced.

Qué yo esté así lo excita en sobremanera.

—¡Alyssa!

Respiré con necesidad al volver de aquella dimensión del sueño, la voz de esa persona me hizo volver.

—Que alivio, Aly —dijo Leiftan sentándose en el borde de la cama—, ¿Esa pesadilla de nuevo?

No sé porqué, pero tener a Leiftan así cerca no me tranquiliza en lo absoluto, incluso me hace temblar más, pareciendo un chihuahua asustadizo.

—Está bien—siguió hablando—, estoy aquí, no tienes porque estar asustada.

Abrió sus brazos ofreciéndome un arrumaco, en mi condición, desperdiciar uno así es estúpido.

Tan rápido como me fue posible me prendí de él, lo abracé y lloré silenciosamente en su hombro. No comprendo perfectamente cómo, pero en un ágil movimiento me sentó sobre su regazo y me abrazó.

Sentí una corriente eléctrica que venía desde mi vientre bajo hasta la punta de mis cabellos. El llanto desapareció, ahora respiraba con dificultad por la presente cercanía del lorialet. Mi cuerpo presentaba pequeños espasmos, escondí mi rostro en su cuello.

—Alyssa —me llamó el rubio con voz ronca.

—Mande —respondí en el mismo tono.

—Déjame verte —pidió.

—No, Leif —contesté de inmediato—, parezco un pañuelo usado, debo tener la nariz completamente roja y los ojos hinchados... Estoy hecha un asco, te lo aseguro.

—Por favor, Aly —me pidió por segunda ocasión.

—Leif... —comencé a formular, pero para cuándo reaccioné, él estaba contemplado mi rostro y tocando con la yema de sus dedos mis mejillas—, Le–Leift...

|Eldarya|••• Los amantes eternos [Leiftan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora