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Isael

- ¿algún día podré aprender a hacer aparecer la comida? - Henry sonreía

- Ya veremos - sujetó el puente de mi nariz y observó los apuntes - háblame de tus padres - trato de sonar lo más casual, como si estuviera ocupado en algo y solo por conversar le tocaba el tema.

- Mamá era una mujer muy hermosa, Merlina es idéntica a ella. Con una gran sonrisa que calentaba el corazón cuando uno estaba triste y papá, púes él era un hombre que le gustaba hacer bromas, hacer enojar a mamá.

- ¿Qué les paso? - Henry se ha quedado en silencio por un instante.

- Ellos murieron en un accidente - desvía la mirada pero logré percibir una lágrima en su mejilla que ha sido limpiada de un manotazo.

- Lo lamento, no debí preguntar - guardo silencio porque realmente me siento mal por haberlo hecho recordar un momento doloroso, todo sería tan fácil si pudiera ver sus recuerdos en su mente pero no podía entrar.

- No te preocupes - toma un libro que tengo en el escritorio que empieza a hojearlo - ¿existen más como tú?- dejó el lapicero de oro y observó a Henry, quien no ha levantado la mirada de la extensa enciclopedia que hojea.

- Los hay - me recuesto en el espaldar del sillón - pero no somos bien recibidos en la sociedad, nos asocian a los adoradores del diablo y practicar la magia negra.

- ¿y hay gente que lo hace?

- Si Henry, se les llama brujos, a los que no hacemos esas prácticas somos magos - Henry guarda silencio pero me doy cuenta que está meditando.

- Tú te muestras al mundo Isael.

- No temo - entrecierro los ojos - hace muchos años atrás, existía la caza de brujas, muchos con dones fueron quemados y aunque parezca inusual aún en esta época hay cazadores o guardianes en busca de la cabeza de un mago, un brujo.

- Estamos en pleno siglo XXI - Henry levantó la mirada, cuando observaba una imagen de una mujer quemándose en la hoguera - esto ya no debería pasar más. - Centro mi mirada en la imagen del libro y recuerdo a aquella mujer que me hizo escapar por el bosque mientras ella era apresada.

- Comenzaremos con las clases de hoy - me pongo de pie y me dirijo a un estante donde tengo un viejo libro - primero lee este libro, aquí aprenderás un poca acerca de que es la magia y la gran responsabilidad que conlleva usarla.

- ¿leer? Yo deseo aprender a sacar fuego de mis manos, a tocar las cosas y volverlas más coloridas.

- Todo tiene su tiempo Henry, ser mago no es solo mover los dedos y recitar unas palabras, es un poder que debemos usar con responsabilidad. - Suspira largamente y toma el libro entre sus manos, se acerca junto a la chimenea, enarca una ceja irónicamente.

- Gracias por el calorcito de la chimenea, está haciendo mucho frio- sonrió de medio lado y muevo mi mano para que la temperatura de la habitación cambiara para ponerse helada, eleve un poco más las llamas de la chimenea, Henry me observaba maravillado - deseo poder hacer eso, tener control sobre el clima.

- Estudia lo que te dije Henry, luego hablaremos de lo que puedes hacer y lo que no puedes hacer - salgo de la biblioteca y me acerco a la salita donde sabia estaba Regina, ella estaba sentada con la mirada perdida en aquella hoja arrugada. Cuando sintió mi presencia ella apresuro un pañuelo de seda a sus ojos para secarlos.

- Regina - me arrodille ante ella y tome sus manos entre las mías - debes superar lo que pasó, no es tu culpa.

- Lo es Isael, nunca debí cruzarme en su camino, tú me lo advertiste, que no siguiera adelante en mi capricho pero no hice caso.

-Estabas enamorada - seque una lágrima de su mejilla.

- No pude salvarlo Isael, tanto poder y no puede hacer nada por él - acaricie su mejilla y cerré los ojos.

- Era el destino y contra él no puedes luchar hermana mía - ella se suelta y se pone de pie.

- ¿De qué me sirve ser una hechicera si no puedo salvar a la persona que amo?- su larga cabellera cae en su espalda al deshacerse la moña que andaba.

- ¡hiciste lo necesario! - ella niega y su mirada se vuelve vacía.

- Voy a renunciar a la inmortalidad Isael, el día que llegaste ya había tomado la decisión. Voy a morir como toda una mortal, me reuniré con Freddy y seré feliz junto a él.

Me levanto lentamente y observo a mi hermana, eso era lo que yo más odiaba, que la culpa la consumiera, que la culpa la obligara a renunciar a su inmortalidad, solo para reunirse en el más allá con Freddy.

- No mentí cuando dije que ese hombre seria tu perdición, mírate estas tratando de renunciar a tu inmortalidad por alguien que ya no existe.

- Pero lo buscare donde sea que se encuentre - Caminó por toda la habitación mi respiración está alterada, me acerco a ella pero ella da un paso hacia atrás.

- Déjame que te haga olvidar Regina - ella niega y se separa más.

- No deseo olvidar - pasa su mano por su cabello y me mira - te ayudare a encontrar tu reloj Isael y luego moriré.

- Eres poderosa, eres una mago de la tierra ¿Cómo vas a renunciar a eso? ¿Cómo? - Ella desvía la mirada - tienes el poder de hablar con la naturaleza, de escucharla y que ella te escuche a ti. ¡Eres una sanadora!

- También puedes hacerlo Isael, eres un mago - me acerco a ella y la sujeto de los hombros.

- Tienes muchos bloqueos Regina, tu mente no está protegida, cualquiera puede entrar en ella y hacerte daño. Hare un ritual de purificación para ti hermana - se suelta y se acerca a la ventana.

- No lo deseo Isael, debo unirme a la tierra una vez me marche - siento la furia recorrer mi cuerpo, respiro profundo y exhalo. Mientras no encontrara el reloj, tenía tiempo para convencer a Regina.

- Es tu decisión - me giro pero siento su mirada puesta en mí.

- Eres un mago de los elementos, los dominas todos Isael, no me necesitas.

- Sabes que si te necesito, soy impetuoso, no llevo la tranquilidad que tú tienes Regina - Salí de la salita y me dirigí a mi habitación, al entrar ahí me sentía furioso al saber lo que deseaba hacer Regina.

Le advertí de que ese hombre no era para ella, pero no hizo caso y siguió adelante con la relación, callé y me hice a un lado para que ella no sintiera que la estaba tratando como una niña pero no me había equivocado, un mago no podía relacionarse con un humano sin ningún don o algún poder.

Freddy murió aparentemente ya que nunca se encontró su cadáver pero ya muerto aparecía a Regina en sueños para llorar su imprevista marcha de este mundo, mi hermana se sumió en una gran depresión y ordeno a su cuerpo a adquirir la apariencia de un humano, día tras día su cuerpo aceleradamente iba deteriorándose hasta llegar a la apariencia de una anciana de noventa años. Edad que según le indico Freddy días atrás antes de morir, sería muy feliz y poder contar a sus nietos las historias de su vida.

- Amo - Lucio cruzo sus brazos detrás de la espalda - debe tranquilizarse, el chico está preguntando por usted, lo encontré en el pasillo. Me indico que lo buscaba para preguntarle si ya podía dar por terminada la lección ya que muere de aburrimiento.

- Está muy impaciente por practicar la magia meto las manos en mis bolsillos - no desea leer los riesgos que conlleva usar magia.

- ¿pero él puede hacer magia? - niego y lo observo.

- Es humano, pienso que algún familiar protegió a su familia o cargan con algún amuleto o talismán, no lo sé -Lucio me miro con pena pero luego ese gesto desapareció de su rostro y volvió a ser el hombre de siempre.

- bueno amo, iré a preparar la mesa, la señora Dorothy a preparado el almuerzo.

- Me parece bien, hoy no tengo ánimos de crear comidas especiales.

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Kgerals

El Amor de IsaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora